El sol, una gran bola naranja k iluminaba cada oscuro rincon del boske, empezaba a apreciarse en el horizonte y sus rayos atravesaban el agua de la pekeňa cascada que habia al lado de la vieja cabaňa de madera. El aire hacia k los objetos k colgaban del techo chocaran unos contra otros y se formara ese ruido tan molesto. Los insectos k merodeaban por alli hacian encabritar a la joven yegua k descansaba en su establo.
La cabaňa estaba habitada por una mujer, una chica k todavia no habia cumplido los diecisiete. La blanca camisa de dormir k llevaba puesta, hacia k su rojo cabello resplandeciera como ardiente fuego. Su tez, blanca como la nieve, hacia k la pobre chica no pudiera exponerse durante mucho tiempo al sol. Sus ojos, negros como la noche mas pura, hacian k nadie se fiara de ella.
Se levanto de la pekeňa cama de madera y fue directa a mojarse un poco la cara con el agua que contenia la jarra k estaba en la cornisa de la ventana.
Despues de despertarse completamente, fue a ponerse un pobre vestido, para salir a investigar a la ciudad.