HISTORIA PARTICIPANTE DEL CONCURSO LITERARIO DE NympheFantasy
NÚMERO: 7
CANCION: MELENDI-DESDE QUE ESTAMOS JUNTOS.
"Sucedió así, sin darme cuenta, ni la más grande frontera pudo salvarme, aun cuando insistía en que no—tratando de convencerme a mí mismo—sabía que me estaba enamorando."
POV'S ALEXANDER HUDSON
—¡Dilo!¡Dilo!¡Dilo!—repiten al compás, golpeando sus puños contra la mesa de madera, llevan así un par de minutos y conociéndolos pueden seguir por mucho tiempo.
—No, no la recuerdo—contestó recogiendo mis platos de la mesa y llevándolos al fregadero.
—Papá, por favor—pide Edric haciendo un intento de puchero, la luz da directo a esos intensos ojos azules que cautivan mi alma, algo muy bien heredado de su madre.
—No, se las contara mamá—indicó arrugando los labios y dejando los platos en el lavadero.
—Papá, queremos saber tu versión—corean parándose frente a mí, los esquivo y corro hacía mi cómodo sofá marrón, el único lugar donde puedo relajarme leyendo libros, busqué volar sobre el pantano y me acomodé.
—Si no lo haces, dejaré de respirar—amenaza Angie llenando sus pulmones de aire, sé con certeza qué respirara muy rápido, pero verla así, frunciendo el ceño y sus pequeñas manos cruzadas me recuerda demasiado a su madre.
—Está bien—rodoblos ojos fastidiado, llega un tiempo en que ya no puedes ganar ninguna pelea con esos pequeños seres, pero, con el tiempo te acostumbras—vengan aquí—palmeó mis piernas, sonríen satisfechos y corren hacía mí olvidando sus cereales con leche, se sientan y observan atentos como que si lo que les voy a decir es más interesante que cualquier película animada.
Todo comenzó hace unos años
Iba vestido con mi mejor ropa para conquistar, unos pantalones de mezclilla negros, una camisa a cuadros remangada y unas pequeña botas, mi pelo estaba revuelto como siempre y en mí billetera sobraba dinero.
Estaba en el reducido pueblo de Linwood, un lugar con menos de 5.000 habitantes, aquí podía zafarme de la tormentosa ciudad. Era un joven de 23 años despreocupado, rebelde y libre, lo que más me gustaba de mi vida.
Me acompañaban Ricardo y Mario, mis mejores amigos desde la infancia, íbamos directo hacía Ankar, una discoteca mediterránea con excelente música, buen alcohol y sobre todo donde podías encontrar mujeres dispuestas a todo.
Caminar por sus calles era algo de lo más relajante, un olor a tierra fresca inundaba mis fosas nasales y esos árboles por los lados daban un aspecto de película, por el lugar pasaban chicas y al sonreírles coquetamente se sonrojaban, un don que tenemos todos los Hudson, mi teléfono sonó sacándome de mi tranquilidad, coloqué su contraseña y me sorprendió el mensaje pasado de tono de Kate, le respondí de la misma manera, seguí así durante varios minutos, con cada respuesta sonreía como idiota, sentía la tensión cada vez más fuerte entre nosotros.
Me choqué con algo y caí al suelo aparatosamente, sobé mi frente por él dolor que causó el pequeño golpe y observé el teléfono metido en un pequeño charco de agua, llevé mi vista más allá y divisé unas piernas largas, blancas y con algunos lunares, subí mi vista y me encontré con una chica de cabello corto, nariz perfilada, pómulos marcados y unos intensos ojos azules que me obligaban a mirarla, llevaba un vestido blanco antes de sus rodillas.
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Desde que estamos juntos.
NouvellesAlexander Hudson es un empresario exitoso en la actualidad, una noche les narra a sus pequeños su gran historia de amor, como cambió de idiota ególatra a novio confiable. Participante del concurso literario.