Chapter 1

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   Mi odioso despertador suena. Mierda, otra día de instituto. Todo se hace tan pesado. No aguanto más pero debo hacerlo por mi madre. Aparto mis sábanas para dejarme paso hacia el cuarto de baño. Mi hermano todavía no está despierto y no me gustaría interrumpir su sueño antes de la hora que debe levantarse para ir al colegio. Agarro mi toalla y la cuelgo en lo alto de la cortina de la bañera. Abro el grifo de agua caliente y un poco el de agua fría para obtener la temperatura del agua perfecta para mí. Cuando ya está lista. Me meto e intento relajarme lo suficiente para tener la iniciativa de no faltar al instituto hoy. Cuando termino de mi baño, me envolví la toalla en mi cuerpo para poder ir a mi cuarto y vestirme.

   Ya con la ropa puesta, no evito mirar por la ventana. Veo a algunos felizmente con sus amigos dirigiéndose al instituto. Seriamente, nadie me entiende. A veces, ni siquiera yo. Todo el mundo cree que soy la infeliz del instituto. Claramente, tampoco me tratan bien. O por lo menos, no como deben. Aunque puede que lo merezca por ser una antisocial. Aquí esto está bastante subestimado. Tener un amigo es un privilegio, yo no sé hacerlos. Tampoco se me acercan y me resulta más difícil pero esa es uno de las características mías. Antisocial.

   Agarro mi mochila para colocarla sobre mis hombros y costado. No pesa, soy distraída en clase además que a los maestros no le importa lo que haga o no, ni siquiera lo que me hagan. Entro en la habitación de mi hermano y le despierto. Tan solo tiene nueve años pero para mí, es mi tesoro. Lo único que me queda de mi familia en este mundo. Lamentablemente, no estoy en condiciones como para cuidarlo, cosa que me ayuda nuestra vecina.

   Como siempre, se levanta pesadamente y se dirige al baño.

   —Adiós, Lia. —me dice antes de cerrar la puerta del cuarto de baño. No es fácil vivir con lo único que te queda de familia se comporte así contigo. Es devastador.

   Salgo de la casa cerrando la puerta. Llegando al instituto, como es de esperar, en la puerta están los que me estropean los días. Esos cuatro chicos que nunca me tienen compasión. Nunca. Siempre deben recordarme que soy la mierda del instituto. Los que nunca me dejan creerme más. Ellos ya me vieron, dan ganas de volver a casa pero me seguirían y sería peor lo que suceda.

   Sigo andando con mi mirada hacia el suelo. Prefiero no mirarlos, ni ver cómo me miran todos. Soy la que sobra en este instituto. A la que todos pueden hacerle de todo. El saco de boxeo donde todos pueden desahogarse en mí cuando se creen menos pero me recuerdan y se les pasa pues soy la desgraciada.

   —Tú, ¿lo prefieres ahora o después del instituto? —reconozco la voz de Josh. Yo no contesto nada ya que el horrible sonido que indica que debemos entrar al instituto para comenzar las clases. Puedo ver que ellos siguen ahí. Esperando a que me mueva pero no lo hago. Deciden acercarse a mí sonriendo maliciosamente.

   —No mereces vivir. —dice Simon dándome un golpe fuerte en mi abdomen. Lo que hace caer de dolor. Todos ríen mientras yo cierro fuertemente mis ojos, deseando que esto no pasara nunca. Cosa que es imposible de olvidar pues incontables veces me sucede. Patadas sobre todo mi cuerpo hasta que no oigo nada para después escuchar más golpes y gemidos de dolor. Pero no son hacia mí. Abro mis ojos lentamente para encontrarme a los chicos heridos y huyendo de mi alrededor. También, una mirada azul se clavaba en mis ojos. Su cara no emitía ninguna emoción. Solo estaba serio. Tampoco lo conocía.

   —¿Te quedarás ahí? —dijo. Como puedo me levanto, sin evitar quejarme un poco por el dolor— Me llamo Niall.

   —Yo Lia. —respondí intentando no mirarle a sus azulados ojos. Hubo un raro silencio hasta que lo interrumpo— Gracias, muchas gracias.

   —Ya lo sabía, de nada. ¿Te duele mucho? —dice tocándome el abdomen suavemente. Yo niego con la cabeza, fingiendo estar bien aunque no sea así.

   —Algo que deberías saber, es que no debes mentirme. Puedo ver en tus ojos el dolor. —dice Niall, yo asentí levemente— ¿Quieres tomar algo?

   —No, gracias. —respondo rápido.

   —Sí, vamos. —insiste, lo que hace que ruede los ojos y andar junto a él hasta un bar. Niall pidió un café para mí y nos sentamos frente a frente en una mesa.

   —¿Me das tu móvil? —dice. Saco mi viejo Iphone de mi bolsillo de mis jeans para extendérselo no muy segura. No debo fiarme de él, ni de nadie. Teclea algo y me lo devuelve. Un sonido de su parte suena— Ya tienes mi número y yo el tuyo. Cuando necesites ayuda, avisame sin pensarlo dos veces. —dice con su mirada clavada en la mía. Le sentía dentro de mi mente, descubriendo dentro de ella aunque sea algo imposible de hacer.

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⏰ Última actualización: Jan 31, 2014 ⏰

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