のみ

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❁--stpd m¡! pstr dt

{ そのリキュールは私のものでした。}

Jimin estaba cansado y agotado. Los gritos de su jefe parecía que le seguían porque en serio, no dejaba de escucharlos y eso comenzaba a ocasionar un dolor insoportable de cabeza. La gente no ayudaba mucho, no supo cuanta gente le empujó y quien fue que tiró su café, realmente, un mal día.

Para más, debía de comprarle algo a Jungkook para el día de mañana, pero digamos que traía lo justo y necesario. Si se lo proponía, él iba a tener ese regalo pero con la idea en mente que se tendría que ir caminando a casa, estaba cansado así que como si fuera un adolescente y como si esto fuera un tema escolar; lo compraría mañana por la mañana y listo.

En el transporte con suerte y no pasó de largo, estaba hecho un desastre y apenas podía con sus pasos, tan lentos y perezosos, no tenía ganas de nada, excepto de algo.

Y no, no era hacer esas cosas con Jungkook, hasta eso el pensarlo le daban ganas de tirarse al suelo y dormir.

Lo que Jimin quería y planeaba desde temprano de ese día, era comer aquel delicioso postre que guardó como un tesoro. El sólo pensar en ello se relamió su labio inferior y pudo jurar que se le salió un gemido casi orgásmico. Que delicia le esperaba en casa. Ese postre podría hacerle olvidar todas sus penas de ese día y ganas de seguir viviendo, puede que exagere y era así, ya que quien le daba ganas siempre de seguir viviendo era Jungkook, pero este párrafo trata del delicioso postre de Jimin.

Un pudín. Ese era el tesoro que se encontraba en el refrigerador de su casa. Esperándolo para ser devorado por él.

Con una sonrisa, esperó llegar a casa.

🐣

Tenía un tic en su ojo izquierdo. De forma brusca comenzó a sacar las cosas del lugar y pasaba sus gorditas manos hasta atrás, tratando de encontrarlo y dándole igual si le aplastaba. Su postre no estaba ahí.

Su pudín no estaba ahí. Un ahogado grito se le salió y se escucharon unos ruidos en la planta de arriba.

—¡Jimin, llegaste!

El nombrado sabía quien era y una sonrisa forzada se le formó en el rostro, había sido precavido con no hacer ruido y así comer en paz, pero parece que su voz aguda a la hora del berrinche le delató.

—Jungkook, amor —se giró agotado hacia el muchacho que bajaba las escaleras.

Su boca quedó abierta para cuando le vio lamer una cuchara y después comer el último trozo de pudín del plato. Jungkook tenía una expresión inocente y hasta linda, ya que la cuchara se mantenía en su boca y miraba al mayor de forma interrogante, queriendo saber el por qué tenía la cara roja y su boca abierta de manera graciosa.

—¡Bebé! —terminó de bajar las escaleras y fue hacia el más bajo, soltando todo en la mesa del comedor y así abrazar al muchacho —. Te extrañé~. Y moría de hambre, ya sabes, pensaba comerme a Carlotiña pero como que si lo intentaba, ella me comía a mí.

Park ignoro que su pareja estuviera insinuando el que casi se come a la gata que ambos tenían. En su cabeza apenas y podía procesar aquel acto de traición. De Carlotiña se lo pudo esperar pero jamás de Jungkook.

Motherfucker 甜美: KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora