Te quiero de noche, cuando estas dormida, cuando hueles a nube,
porque de noche no eres tú si no la otra,
la que ama entre sueños, la que olvida y perdona.
Me gustas más mientras duermes a cualquier hora, que es cuando te acuerdas de mí,
y dices mi nombre, y tus brazos me abrazan, y tus labios me besan, y tus dedos
recorren mi cuerpo aunque sea pensando en otro, porque soy yo quien está a tu lado.
Tú eres como el sol; Grande. Brillante. Caliente. Un monstruo y un dios,
le das luz a lo que tocas y lo que tocas de más lo quemas,
siempre andas como volcán en erupción, como agua hirviendo, como lengua de dragón,
pobre de ti que no tienes sosiego, por eso eres como el sol, que nunca se apaga.
Yo, en cambio, yo soy como la luna. Soy sereno y de buenas. Soy tranquilo y nocturnal.
En mi encuentras paz, paz es lo que más falta en tu vida,
y te arrullo con mis nubes, y te duermo con mi resplandor,
y te cuido con mi silencio y tú te dejas cuidar.
Por eso me gustas de noche, cuando duermes, cuando hueles más a nube y menos a sol,
porque me confundes con algún amor extraviado en tu vientre,
y me besas, y me abrazas, y me acaricias, aunque para ti, en el fondo, yo no soy yo.