La siguiente mañana desperté por un lindo mensaje de Mariano.
"¿Cómo estás hermosa? ¿Disfrutando de tu estadía? Pásame una linda fotito :)". Sonreí al ver una foto de él en la playa, con su trabajado cuerpo y esa mirada con dulces ojos miel. Estaba algo bronceado, no le sentaba nada mal. "¡Qué envidia esas playas! Y yo acá congelándome los huesos." Le envié una foto de la ventana que estaba justo enfrente de mí y se podía admirar un paisaje de pinos nevados.
"Quisiera estar ahí para darte calor :)<3". Sonreí algo tímida y nuestra conversación subió un poco de tono.
"Me gustaría más datos de como harías para darme calor."
"Para empezar te abrazaría tan fuerte que no podrías moverte".
"¿Ah sí? Eso me agrada, y ¿cómo seguiría? Quisiera sentir más de vos."
― ¡Jo, debemos bajar para el desayuno! ― Sebastián, siempre tan puntual, son recién las ocho.
― ¡Bajen sin mí, ahora los alcanzo! ― Dejé el celular a mi lado y volví a quedarme dormida.
Desperté porque mi hermano estaba balanceándome de un lado a otro.
―No has bajado y el horario de desayuno está por acabar. ― Dijo mi hermano mayor, se lo notaba algo enfadado.
― ¡Bien! No te enojes conmigo. ― Me froté los ojos. Abrí mi celular y comprobé que el mensaje que había enviado a Mariano aún no había sido leído. Que extraño. Pensé.
Luego de desayunar con mis hermanos subí a la habitación para ducharme. Mis hermanos iban al centro a buscar algunas provisiones para no morir de hambre en el hotel. Los tres éramos unos glotones profesionales. Gracias a Dios nuestra madre nos había bendecido con un metabolismo muy rápido por lo que estábamos delgados. Sebastián y yo teníamos el mismo cabello, ojos iguales y labios carnosos, en cambio Christian era todo lo contrario, su cabello era suave y lacio, sus ojos celestes y sus labios finos. Mi envidia es que siempre lucia peinado, para mi desgracia, yo tenía que luchar con mi maraña enrulada por horas para no parecer un león o una loca recién salida del hospital.
Al salir de la ducha comprobé que no habían vuelto, me cambié y decidí ir a dar unas vueltas, después de todo no estaba nevando y tampoco sabía qué hacer en el hotel. Pinté mis labios con ese rojo carmesí que amaba y me coloqué mi abrigo que era largo hasta las rodillas y a cuadros en rojo y negro. No es que pensaba en estar linda por si me topaba a David.
Caminé cuadras abajo hacia el Hotel Cerro Otto. Pasé por la puerta y vi que él no estaba. Me decepcioné ya que esperaba verlo al menos desde afuera.
― ¿Volviste a perderte? ― Casi choco con David que estaba justo frente de mí.
―No no no, solo pasaba por aquí ya que mis hermanos me abandonaron. ― Dije mientras retrocedía y sentía otra vez el rubor en mis mejillas.
― Trata de no perderte, ya que las montañas están llenas de depredadores ― Me miró muy serio. Y sentí un escalofrió al imaginarme un oso o algo por el estilo. ―Es broma, de todas formas no entres sola sin antes avisar a algún guarda parque. ― Wow, no recordaba que fuera el tipo de persona que hacia bromas, era muy serio. Aunque si lo pienso mejor nos había traído pizzas a todos para festejar luego de terminar las clases. Es alguien buena onda, después de todo no iba a estar enamorada de un amargado.
― Ya lo sabía. ― Sonreí. ― ¿No tienes que estar en la recepción a esta hora? ― Sus ojos verdes seguían siendo tan bonitos, ahora llevaba una barba muy tupida y oscura al igual que su moreno cabello.
― No... ¿te gusta el hotel donde estás? Sino siempre van a tener un lugar en este, además de que el primer día de desayuno seria gratis. ― Me devolvió la sonrisa.
― ¡Me gusta mucho! ― Exclamé sobresaltada. ¿Qué clase de contestación es esa? Soy idiota o me pagan para serlo.
―Me alegra. Bueno si quieres algo sabes que estoy aquí, aunque necesites ayuda en química. Nos vemos Jo. ― Comenzó a entrar al hotel y entonces le tomé la mano. ―Espera. ― Dije apresurada. Él observó cómo había sostenido su mano. Estaba tibio, el otro extremo de mi temperatura corporal, al intentar soltarlo me tomó con más fuerza.
―Estás muy fría. ― A diferencia de las manos y el resto de mi cuerpo la cara me ardía.
― ¿Quieres entrar y tomar un café caliente mientras hablamos de eso que intentaste decirme hace un momento? ― Me acarició suavemente la mano con la yema de su dedo pulgar.
Asentí.
―Bien, entremos. ― Intentó no soltarme mientras pasábamos por las puertas giratorias del hotel. Volteó a verme un segundo cuando ambos nos perdíamos en ese instante por las puertas que giraban alrededor nuestro. Sostuvo su mirada en mis ojos y me soltó.
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Amor de invierno
Teen FictionSinopsis: Un amor de invierno. ¿Hay algo más raro? Todos hablan de su amor de verano, pero él era mi amor de unas frías vacaciones. Nos conocíamos de antes, era mi profesor de química, pero a causa de la timidez nunca pudimos hablar fuera del ámbito...