β. Beta

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No ganaré, no apostaré por mi, no soy cobarde, ya sabes lo que dicen de los grandes, gigantes.

Gigantes - Miss Caffeina

Tyler se giró para ver a la chica, que era un poco más baja que él. Llevaba el pelo blanco, que le caía liso a la altura de los hombros. Las gafas negras hacían más dificil ver sus ojos azules a través del cristal. Tyler no pudo evitar fijarse el los hoyuelos que se le fomaban en las mejillas ahora que sonreía. Llevaba una sudadera negra, que le quedaba bastante grande, con unos vaqueros azules y unos tenis del mismo color. Tyler la miró de arriba abajo; cory tenía razón, era muy guapa.

- ¿Puedes entenderle? - dijo Tyler confundido, señalando al gato que se posaba en su hombro.

- Claro - dijo - ¿A qué viene eso?

- ¿Que a qué viene? - exclamó confundido - Pues que no todos los días te encuentras a gente que habla con gatos, digo yo.

La chica lo miró confuso.

- Eres muy raro, chaval. -dicho esto se dió la vuelta y comenzó a caminar.

- ¿Vas a dejar que se vaya? - susrró Cory.

Tyler iba a salir corriendo hacia la joven, pero la chica se adelantó y se giró hacia él.

-Por cierto, ¿a dónde vas? - dijo mirándolo de arriba abajo - hoy hay nombramiento de Guardianes, y nadie puede salir de la madriguera.

Tyler cada vez estaba más confuso. Ya llegaba tarde a la cita de la psicóloga, pero que más daba. Estaba hablando con una chica que entendía a Cory.

- ¿De qué clase de libro de fantasía has salido tú? - le preguntó a la chica.

- Muy gracioso. Venga vámonos, que ya llegamos tarde.

La chica del pelo blanco lo cogió del brazo y comenzó a correr en la dirección contraria a la que Tyler caminaba. Cruzaron la casa del chico y siguieron corriendo, girando en casi todas las esquinas que encontraban. Donde sea que estuviera esa tal madriguera, estaba bien escondida.

- ¡¿Se puede saber qué haces?! - gritó Tyler.

- Intentar que no te metas en un lío - respondió la desconocida.

Cory intentaba no caerse clavando las uñas en el hombro de su dueño, y este apretaba los dientes para no soltar un grito de dolor. De lo que estaba seguro era de que a su querida sudadera granate le quedarían unos bonitos agujeros de recuerdo. Siguieron corriendo hasta salir de la ciudad. Llegaron a una granja en el medio de la nada con una gran finca que se encontraba detrás del pequeño granero. Cruzaron la granja y se encontraron con un gran roble solitario. Tenía el tronco muy ancho, mucho mas ancho que cualquier árbol que Tyler había visto en su vida, las ramas desnudas se movían al son del viento. La chica soltó a Tyler y se acercó al árbol. El rubio se quedó quieto y miró hacia atrás. Ya ni sabía como volver a casa.

- Supongo que ya no hay vuelta atrás - murmuró Cory.

- ¿Tú sabes de qué va todo esto? - le preguntó Tyler.

El gato se mantuvo en silencio.
Tyler puso una muerca de confusión. Se dió la vuelta para encontrarse con la chica mirándole apoyada en el árbol.

- ¿Quieres darte prisa? Llegamos tarde - se quejó.

- Lo sé, lo sé... - murmuró el chico desganado.

Tyler se acercó a donde estaba ella.

- ¿Quieres abrir tú? - preguntó la chica.

- No sé como se abre, lo que sea que tengo que abrir.

Almas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora