Cambio

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Pov Christine

Odiaba cada vez que teníamos que mudarnos, esta era la tercera vez que lo hacíamos, mamá siempre amaba mudarse, ella decía que el cambio siempre es bueno, y en parte sí, tenía razón, porque cambiavamos de ambiente y conocíamos nuevas personas, pero, ¿y mis amigos? Odiaba esa parte.
En fin, no podíamos quejarnos, la amabamos tanto, siempre la apoyabamos en todo, era una madre extraordinaria, y una esposa espectacular. Yo la amaba aún mas, porque me regaló esta vida, esta familia, porque ella me amó desde el primer momento en que me vió. Ella me escojió de 500 niñas de aquel orfanato, decía; que emanaba una luz tan natural, que le llamaba la atención, y sin duda alguna me dijo: "Tú serás mi pequeña".


Mamá decía que a ella, la idea de adoptar le resultaba genial, y bueno, pues, aquí me tienen. La verdad no sé nada de mis progenitores, tal vez tuvieron razones al dejarme en aquel orfanato, tal vez quisieron algo mejor para mí, tal vez fue eso, o me quiero aferrar a esa idea. No los podría odiar, no conosco las verdaderas razones de aquel abandono, pero como dice el dicho; "No hay mal, que por bien no venga", y yo, tengo un bien muy grande; mi familia.

Eramos una familia muy unida, Chanel, mi madre adoptiva tenía dos hijas gemelas; Rachel y Raven y dos hijos gemelos; Ethan y Evan ¿pueden creerlo?, suena loco ¿no?, practicamente mi madre adoptiva los creó; como hay métodos para tener gemelos, Chanel no dudó en usarlas, ella amaba a las personas con los mismos rasgos repetidos en otras palabras.

Las gemelas estaban por cumplir 16, los gemelos y yo teníamos 18.

Para los gemelos y para mí, era nuestro último año. El  colegio se llamaba Detfoy, me sentía muy nerviosa, ya me había acostumbrado al cambio, pero no sé, había algo más; sentía hormigas en todo mi cuerpo, y decidí, salir a caminar por la nueva ciudad; Brench, quería despejar mi mente de toda esa extraña sensación que me rodeaba.

La ciudad era hermosa, habían casas muy lujosas, árboles, personas riendo, ahora veo porque le gustó a mamá, respiré profundo, y dí tres vueltas como cuando era niña, de pronto sentí que choqué con alguien
—¡Oh lo siento!— me disculpé de inmediato con aquella señora tan simpática; sus ojos eran color miel, y su cabello era igual, con ondulaciones, al parecer venía de hacer las compras.
—No te preocupes jovencita suele pasar, ¿eres nueva? No te había visto antes— me dijo sonriendo amablemente
—Sí acabamos de mudarnos— respondí devolviendole el gesto
—¡Oh! ¿vives en la calle 13?— preguntó muy emocionada
—Así es Señora, ¿como lo supo?
—Bueno, ví que en frente de mi casa había mucho movimiento y, ¡oh, que mal educada que soy! No me he presentado soy Caroline, un gusto— me estiró la mano muy amablemente, ¡whoa! esto nunca me había pasado.
—Yo soy Christine, el gusto es mio señora
—Oh por favor, no me digas señora me haces sentir vieja, dime Caroline con confianza

—Está bién señ-o Caroline
—Bueno Christine me tengo que ir, hablamos después, cualquier cosa que necesites me dices, ya somos amigas ¿cierto? —asentí sonriendo
—Esta bién cuidece.

¿Acabo de hacer una amiga?  Whoa esa señora si que es demasiado amable, ¡oh! y al parecer ama la expresión; ¡oh!.
Esta ciudad me esta gustando más de lo normal.

La noche llegó en un abrir y cerrar de ojos, por suerte la ciudad era pequeña y no podía perderme. De regreso a casa compré un helado, me encantaba tomarlo de noche, cuando la luna sale y hace frio, era extremadamente delicioso.

Llegué a casa, me duché, me cambié, y me lanzé a la cama más dura, del mundo mundial, cerré mis párpados, mañana será un largo día.

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