Culpable

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 Ya me había decidido, se lo diría esta tarde en cuanto llegara a mi casa. Le había mandado un mensaje ayer por la noche invitándolo, con la excusa de grabar un vídeo de algún juego para los canales. Él con normalidad aceptó, lógico. Aquí el único nervioso, al único que le temblaban las manos a más no poder, el único que no podía dejar de pensar en cómo decírselo, el único que no podía sacárselo de la mente ni un segundo, ese único era yo.

 Mi corazón no dejaba de bombear a mil por hora, imaginándome miles de respuestas, miles de rechazos y de rato en rato, alguna aceptación o correspondencia de parte suya. Aunque a esto último le tenía muy poca fe, muy poca esperanza. De igual manera, cada vez que pensaba algo así me era imposible no sonreír, no soñar con caminar juntos de la mano, siendo felices. Solo nosotros dos.

 Fui al baño a darme una ducha, necesitaba calmar este sentimiento que tanto sentía, que tanto me paralizaba, que me causaba tanta angustia, que tan presente tenía desde el momento en que me di cuenta lo que sentía.

 Miedo.

 Miedo al rechazo, miedo a equivocarme, miedo a estar enfermo, miedo a la soledad que esto podría causar en mi vida. Me dolía -y vaya que sí dolía-  el hecho de pensar en esto, en cuestionarme con millones de preguntas si lo que mi corazón sentía era lo correcto o no. Pensaba mucho en lo que podrían llegar a pensar los demás, el exterior. La opinión de ellos me influenciaba mucho, más de lo que quisiera. Pero son solo una parte, porque las palabras que mas influencia causaban en mi eran las de él. Hasta ahora también formaba parte de los de afuera ya que aunque esté involucrado, es un secreto que solo sé yo y nadie más. 

 Entibié el agua, estando más fría que caliente. Al meterme di un pequeño salto debido a que tenía el cuerpo en una alta temperatura, debo admitir que odio bañarme así pero no me quedaba otra si quería relajarme a la par que despertarme un poco. Pese a ello, a los pocos segundos ya me había acostumbrado a las gotas tibias que caían sobre mi humanidad, refrescando cada extremidad. Necesitaba con urgencia esto si quería estar decente para cuando mi primo llegue.

 Una vez listo solo quedaba esperar, me puse la música a tope para despejar la mente y que lo único que se me venga a la cabeza sean las letras de las canciones. Disfrutaba esto, era mi salvación ya que me metía en mi mundo y difícil era que me saquen. Por suerte logré que ningún pensamiento con respecto al tema se me cruce e intervenga en mi canto y tranquilidad. De todas formas sabía que esto iba a acabar, la hora de que llegue estaba cerca. Y en cuanto pensaba en ello, escuché unos golpes en la puerta. Sabía que era él, lo sentía en cada retumbar de la madera que cubría la entrada. Es raro esto último, tal vez; pero no me equivocaba ya que al momento de abrir el acceso a mi casa lo vi: Estaba con uno de sus tantos gorros de lana que tenía, la sonrisa que demostraba su positivismo y  alegría que tanto lo caracterizaba, unos vaqueros y remera negra con detalles blancos que le quedaban a la perfección. Es imposible no mirar esta hermosa silueta, tener ganas de saltar sobre él y llenarlo de besos y abrazos. 

 Lo dejé pasar al living, le di un refresco y le ofrecí algo para comer, cosa que negó.  Charlamos un poco de como van las cosas por allá y por aquí, como nos iba en general. La verdad me encantaban estas conversaciones, se me hacían muy interesantes aunque sean tan comunes. Tal vez el motivo por el cual me agradaban tanto no era por el tema que contenían, sino porque las compartía con él y eso era lo máximo. A los minutos decidimos que ya era hora de ponernos a grabar. Estuvimos de acuerdo en jugar un juego indie que encontramos por steam, ya que hace mucho no lo hacíamos y la gente nos lo pedía. Además, qué va, nosotros también extrañábamos esto, no por lo que veíamos en la pantalla, sino por sentirnos así de felices juntos, divertidos.

 Terminamos de hacerlo, luego lo editaríamos a nuestro gusto cada uno por su cuenta para los canales. 

Hace rato que ya me había mentalizado en que era la hora, era el momento de decirle la verdad, el porqué lo invité a mi casa  a pasar la tarde. Debía confesarme. No aguantaba más tenerlo dentro de mi, como una bomba que no tardaría en estallar y lo único que provocaría sería desastre. Estaba nervioso, demasiado. Me sentía tenso, angustiado y paranoico. Se me vinieron todas las posibles respuestas que imaginé con anterioridad y no, no eran las buenas. A mi cerebro se le dio por ser pesimista y lo único que pensaba era en todo lo malo.

Te quiero... PrimoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora