Mi alarma sonaba. Parecía que mi cabeza iba a explotar por el ruido contundente del despertador. Con un movimiento sin control alguno de mi brazo, traté de apagarlo. Tras una lucha por encontrar el teléfono, y poder presionar el botón de aceptar, se calló.
No me moví del lugar, hasta que una imagen apareció alado de mi cama. Esa imagen era un montonal de ropa escolar, encima de una mochila que más parecía una piedra gigante de las montañas. No se de donde, pero de algún lugar salieron las ganas de prepararme para el primer día de clases en Bachillerato. Si hubiese sido por mi, hubiese faltado a clases, pero ya era demasiado tarde para retornar al sueño.
Cambié mi posición de acostado, a sentado. Durante 10 segundos me quede paralizado, viendo la pared que se encontraba al frente de mi cama. Luego, sólo cogí la ropa que se hallaba en el velador, y me vestí. Me puse un poco desodorante, pero bastante perfume. Y después de eso, salí de mi cuarto hacia la cocina.
Desayuné leche chocolatada, y Pan viejo (cuando está blando o suave). Cuando acabé, puse mis platos en el lavaplatos y limpie mi pequeño desastre. Enseguida me dirigí al baño para peinarme y cepillar mis dientes.
Sin embargo, no fue hasta ese momento, en el que mi atención se vio derrotada por un bulto en mi rostro, un grano. Estaba un poco morado, y muy feo en aspecto, difícil de explicar. Por suerte, justo apareció en una zona, la cual mi cabello largó tapaba mi cara.
Después de unos minutos de espera, mi padre me llamó desde el piso de abajo, anunciando que ya era hora de irse al colegio. Por cada paso que daba en cada grada, mi emoción se tornaba en miedo.
Ya afuera de mi hogar, tomamos un Taxi, vivía relativamente cerca del colegio. de hecho, si pudiese, hubiese podido caminar de mi casa hasta la institución, o tomaría el bus. Sin embargo, no confiaba en el mundo exterior. No me gustaba la idea de salir y posiblemente perderme, o que me roben, o peor, ni siquiera llegar a casa con vida.
En fin, llegamos rápidamente al colegio. Mi padre sólo me respondió con un "que le vaya bien!", y enseguida desapareció de mi vista en el mismo taxi; me encontraba al frente de la gran puerta azul de mi colegio. En ese momento, mis piernas temblaban, mi respiración no era regular, y tenía las típicas maripositas en el estómago. Sin embargo, de algún lugar en mi salió el valor de entrar.
Para mi gran suerte, no habían muchas personas, ya que aún era un poco temprano. Con tiempo de sobra, decidí explorar un poco el colegio para averiguar si habían nuevos cambios. Por ejemplo, el año pasado inauguraron una nueva clase de química, y una 2 clases de preprimaria. Pero al parecen no había nada nuevo, aparte de que la cancha de Voley estaba infestada ahora de autos. Al parecer lo convirtieron en un estacionamiento.
Después de un rato, más personas llegaban. El lugar se empezaba a llenar rápidamente, así que los profesores pidieron a todos los alumnos dirigirse a sus respectivas aulas, junto los respectivos tutores. Cada curso formaba una columna, y se dirigía a cada salón. Mientras caminábamos, vi al grupo de nerds de mis amigos. Iba a acercarme hacia ellos, pero luego recordé lo que pasó el año anterior. Sólo continúe con mi rumbo.
Ya dentro de la clase, cada uno se sentaba en puestos ya señalados con unos papeles. Para mi mala suerte, yo me encontraba en el medio de todo y todos. Las mesas estaban acomodadas de forma que parecía una "U", y en el espacio de la letra, estaban 5 bancas. En mi mente decía que probablemente me habían puesto ahí para poder ver, ya que era muy pequeño, y así no tapaba a los demás. Pero ese pensamiento se hizo inevidente, sólo me habían puesto ahí porque no había espacio para unirlas con las demás bancas.