Capítulo único.

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—¡Zoro, ya déjate de mover! —no paraba de insistir Chopper, llevando una montaña de vendajes en su persecución tras el peliverde—. ¡Tienes heridas profundas, debo vendarlas ahora mismo!

Sin embargo, Zoro pasaba apresuradamente del renito sin dirigirle ni una mirada siquiera, iba atrasado a su entrenamiento con Dracule Mihawk y teniendo a aquel como su sensei no quería saber el castigo que le esperaría. Tomó sus katanas con afán y se encaminó a la puerta de salida de ese escenario en el que minutos atrás había mantenido una contienda un poco más difícil de lo habitual; más no consiguió avanzar demasiado porque Chopper al verse ignorado por su amigo espadachín, se le sujetó a una de sus piernas buscando que se detuviera para así poder tratar las heridas como el buen médico que era; aunque sólo consiguió que Zoro bufara frustrado, pues para él sólo habían sido unos cuantos cortes insignificantes y no entendía por qué su doctor hacía tanto drama.

—Zooro~ —lloriqueaba el pequeño, sin aflojar su agarre del pantalón negro perteneciente al de cabellera verdosa—, d-deja que te cure... es-estás s-sangrando.

—No debe ser tan grave —trataba, inútilmente, de tranquilizar al renito quien ya había comenzado a llorar. Por muy inconsciente que fuera Zoro con su propio cuerpo, no podía dejar a su amigo tirado en tal estado—. Anda, baja de ahí.

—¡No voy a dejar que te vayas a entrenar y ganes más heridas, idiota! —refutó Chopper, sacando su lengua al final, en un gesto de más infantil.

—¿Y cómo vas a evitar eso, eh?

Consecuentemente, dando a entender su punto, el peliverde siguió caminando con naturalidad sin inmutarse ante el peso extra que debía representar el renito, tanto así que hasta parecía que no llevaba nada colgando de su pierna.

—Si no quieres soltarme, entonces iremos juntos —agregó Zoro, tomando la mochila que Chopper siempre traía encima y saliendo del edificio, ante la mirada extrañada de varias personas.

Caminaron de esa manera unas cuantas cuadras hasta que el doctor se terminó por cansar de andar colgado, y dándose por vencido decidió acompañar al espadachín a su entrenamiento en el seguro caso de que Zoro terminara herido. Y ahí, aunque fuera un poco extremista, de ser necesario le inyectaría unos cuantos tranquilizantes para oso que convenientemente traía en su maleta, se había olvidado del motivo por el cual los llevaba más eso carecía de importancia ahora que le eran útiles.

Tiempo después llegaron a una especie de castillo de apariencia —según Chopper— tétrica, y después del sermón por la tardanza, Zoro y Mihawk se dieron a la pelea. Unas cuantas horas más tarde, ya salían. Al parecer, "Taka no me" se había pasado, talvez en venganza por haberle hecho esperar. Pero en cuanto el renito se disponía a curar al peliverde, de nuevo estaba aquel ignorándole por completo y haciendo caso omiso a las sugerencias del doctor. Y para colmo de males, los sedantes para oso de los que estaba seguro que traía, misteriosamente habían desaparecido, dejando en trizas la idea de dejarle inconsciente para poder tratar las llagas que parecían profundas.

Por primera vez en mucho tiempo el renito se desesperó seriamente, sin poder idear nada para cumplir su papel como médico y amigo del espadachín. Él no tenía la fuerza suficiente para someter a Zoro y así poder curarle, aunque fuera obligándolo. Ni siquiera había podido impedir que asistiera a su entrenamiento rutinario, mucho menos podría obligarle a hacer algo. Y no es que se preocupara de más -al menos él no lo creía así-, las heridas eran muchas y varias parecían estar a punto de sangrar. Debía ir al médico, ¿por qué demonios no quería? ¿Acaso le tenía miedo?

—Zoro, ¿le temes a algo?

—¿A qué viene la pregunta? —se extrañó el espadachín.

—Es que actúas como si tuvieras miedo de que te cure las heridas.

Doctor Law [ZoLaw - LawZo] One-shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora