Consuelo

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Me pones de cara al colchón, tus manos recorren mi espalda como si lo hicieran por primera vez. Besas mi cuello con pasión, te deslizas hasta mis piernas y tocas cada pulgada de mí.

Dejas pequeñas marcas al azar; siempre te pido que no lo hagas pero ignoras esta petición, al menos ya no lo haces en lugares tan obvios y, aunque me moleste por eso, a mí también me gusta que lo hagas, que me reclames como tuyo.

Me giras nuevamente y me besas con los ojos cerrados mientras tocas mi rubio cabello; porque no piensas en mí, piensas en ella. Te acuestas conmigo porque no puedes tener a Chica, en cambio, yo te amo.

La primera vez fue porque no quería que te sintieras solo, porque comprendo ese sentimiento; no quería que sufrieras y te lo propuse pero, ni siquiera me dio tiempo de arrepentirme cuando tú me tomaste. Admito que, esa vez, me dolió bastante, ambos éramos inexpertos y al darte cuenta me pediste disculpas por ser tan bruto "la siguiente vez no será así" dijiste. Sabías que volvería a pasar.

Tuviste razón, me entregué a ti muchas veces más a pesar de que tú no estabas conmigo, en tu mente estabas con ella. Nunca decías mi nombre, evitabas mis ojos y buscabas la forma de no pensar. ¿Por qué alguien que siempre ha tenido lo mejor de todo se conforma con las sobras de tu cariño?

Pero esta vez fue diferente. Mientras tenía las piernas sobre tus hombros susurraste "no cierres los ojos, siempre lo haces", no lo hacía intencionalmente, pensé que eras tú el que no quería verme, el que no quería saber que era yo y no ella. Te obedecí con la vista un poco nublada y el regalo de ese momento me pareció perfecto.

Tu rostro sudoroso, tu pelirrojo cabello desordenado y tu voz casi inaudible sobre mi rostro. Me acerqué a ti para besarte. Te sorprendiste porque yo no tomaba la iniciativa pero me correspondiste con gusto.

Entraste en mí con fuerza, era una sensación deliciosa, sintiéndome lleno de ti, haciéndome jadear incoherencias y enterrar mis dedos en tu espalda perlada de sudor. Mis caderas se acompasaron a tu ritmo, te pedía más y más y tú me diste lo que pedía.

-Ah... F-Fox... N-no voy a ag... Aguantar. -Tomaste mis labios de manera posesiva y ambos nos corrimos al mismo tiempo, yo sobre nuestros pechos y tú dentro de mí. Saliste y me giré dándote la espalda.

Mi espalda estaba recargada en tu pecho, tus brazos me rodeaban y apretaban ligeramente, y tus labios besaban mis hombros. Siempre eras así, como un cachorro cariñoso suplicando atención (es una de las tantas cosas que me gustan de ti). Yo no te la negaba, te daba todo lo que me pedías e incluso más. Era esta paz en tu compañía, después de la intensidad anterior, la que me regresaba a tu lado

-Gracias, Golden. -Susurraste suavemente y me abrazaste con más fuerza.

¿Qué me agradecías? El que yo fuera tu juguete cuando estabas solo, el que nunca te negara nada ó el que fuera tu premio de consolación porque aquella rubia no notaba tus sentimientos.

Derramé un par de lágrimas, pero no por mí, sino por ti. Yo era feliz por tenerte un poco a mi lado, aunque fuese mentira, porque tú eres lo que yo más deseo en el mundo pero tú te tenías que conformar con estar conmigo mientras imaginabas que podía ser ella.

Esa noche decidí que te daría lo que más deseabas, yo le diría a Chica que estabas enamorado de ella.

Al terminar la escuela, busqué a la rubia. Cuando la encontré le pedí que habláramos a solas.

-Chica, hay algo importante que quiero decirte sobre Foxy. -Ella me miró confundida.

-¿Le sucedió algo a Foxy?

-No es nada malo, sólo que él te quiere pero parece que no te das cuenta, no me gustaría que siguiera sufriendo porque no sabe cómo decírtelo. -decirlo fue más doloroso de lo que imaginé. Yo no debería decir esto pero haría cualquier cosa para que tú fueras feliz.

-No tiene porqué sufrir, yo también lo quiero mucho, es mi amigo.

Tenía ganas de sacudirla para saber si tenía cerebro pero respiré profundamente y traté las cosas con calma, ¿era tan ingenua, distraída o simplemente tonta? Algunas veces era tierna pero otras, como esta, era irritante. Nunca comprenderé porque te gusta tanto.

-A lo que me refiero, -hablé despacio, con la esperanza de que ella comprendiera -es que Foxy te quiere más que a una amiga -y, antes de que dijera algo que me hiciera lanzarla para que el manzanamóvil la atropellara, le aclaré -él quiere que sean novios.

Chica se sonrojó completamente y me miró sorprendida, ¿en serio? ¡Se notaba a kilómetros! San Dsaster, no me dejes asesinarla por favor, no quiero que sufras y de paso ir a la cárcel. Conté hasta diez y traté de ser amable.

-¿Tú que sientes por él? -En verdad no quería escucharlo pero está era la única manera de estar seguro que ella no te hiciera daño. Después de que pasó la impresión inicial, aun un poco sonrojada me contestó.

-A mí también me gusta él pero no quería arruinar nuestra amistad.

Típico. Tenías que enamorarte de un maldito cliché andante pero ya que. Quisiera odiarla, odiarla en serio, pero no podía hacerlo, ella fue mi primer amiga verdadera y, quitándole lo bipolar, era bastante pasable. Lo único que pido es que en serio te haga feliz.

-Si en serio lo quieres puedo ayudarte. -La rubia se emocionó al escuchar esto y juntos acordamos lo que haríamos.

A la hora acordada, te dije el lugar donde te esperaba Chica, fingí irme pero quería estar ahí para matar todos los sentimientos que tengo por ti; sólo viéndote con ella podría romper mi corazón lo suficiente para que salieras de él.

Ella se acercó a ti, un poco nerviosa y, aunque odie admitirlo, se veía linda. Tú no parecías muy alterado por estar con ella, más bien, curioso.

-Foxy, sé que te gusto y quiero decirte que tú también me gustas. -Al menos fue directa, mejor para mí, entre más rápido estuvieran juntos, más rápido podría irme a llorar por alguien que nunca me perteneció.

-Lo siento, Chica, no sé quién te dijo eso pero yo amo a alguien mas. -Estabas triste e incómodo. La mano de la rubia aterrizó en tu mejilla izquierda ¿CÓMO SE ATREVE? Me calmé y la vi irse con lágrimas y murmurando algo parecido a "maldito foco, me las pagaras".

Suspiraste mientras la veias alejarse. Yo aparecí y te dije lo obvio.

-Eres un idiota, ¿por qué la dejaste ir?

-Si escuchaste lo que le dije a Chica, yo amo a alguien más. -Me dolía que lo dijeras así. Sino era Chica, ¿entonces quién? Recordé a esa tal Mangle, quizá... 

-Idiota, hablo de ti. -Me dijiste un poco sonrojado. Mis mejillas ardieron y mi corazón se aceleró. Creí que era una broma, porque yo siempre era tu juguete pero tus ojos me decían lo contrario.

Te acercaste a mi lentamente y dijiste eso de nuevo.

-Gracias, Golden.

Mis lágrimas acumuladas por todo este tiempo, por fin fueron libres. Tú no comprendías porque lloraba, siempre eres tan despistado.

-¿Por qué me agradeces? Por ser tu consuelo cuando estás solo.

-No. Gracias por amarme y estar a mi lado. Tú no eres mi consuelo, eres con quien deseo estar. -Tomaste mi rostro y te agachaste para besarme con suavidad.

Es sólo un instante lo que dura esos pequeños momentos, que te hacen creer que todo lo demás vale la pena.

Notas de Animatowner:
Pambisita no me ha dado permiso de subir esta historia así que si me golpea la quitaré, jajaja, la verdad me gusta como quedó, leanla antes de que la jefa se entere. Nos seguimos leyendo.

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