Sin aliento

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31 de octubre de 1979 , víspera del día de todos difuntos. Como todos los años, Sara se dirigió

al cementerio para visitar la lápida de su difunta madre. Era una chica tímida, cuya mirada

transmite dolor y sufrimiento, pero sobre todo como una especie de miedo a lo desconocido.

Sara estaba destrozada, ya que su vida precisamente no era de color de rosa, su conflictivo

padre, que era un alcohólico empedernido y la extraña enfermedad que supuso la muerte de su

madre cuando aún era una niña, hicieron de ella una chica solitaria y sin ninguna ilusión en la

vida. Sus grandes pasiones, la lectura y la escritura, le ayudaban a sumergirse en un mundo

entre lo ficticio y lo real, lleno de una especie de magia y fantasía hipnótica pero a su vez de

una rotunda y oscura soledad y tristeza. Todo esto, junto a una muñeca de trapo que le regaló

su madre antes de morir, y la compañía de su gato, hacían que Sara tenga una vida más

llevadera. Pasaban las horas y empezó a escuchar voces que procedían de algún lugar de la

casa. No daba crédito a lo que estaba sucediendo, esas voces le avisaban de un

acontecimiento terrible. Sara estaba tremendamente asustada. Se encontraba sola, y las voces

eran cada vez mas persistentes. Sólo pensaba una cosa, que todo era producto de su

imaginación. Ya tanta era la curiosidad por saber qué se ocultaba en la casa que no esperó

mas; y esa misma noche, noche de todos los difuntos, buscó ese lugar de donde procedían

aquellas misteriosas voces. Subió por unas escaleras que conducían al desván y revolviendo

cajas y más cajas, encontró un antiguo álbum de fotos. Con bastante inquietud Sara abrió

aquel libro. Su sorpresa fue aún más grande cuando observó en aquel libro, fotos de ella por

todas partes. Eran fotos hechas desde su nacimiento; conforme iba pasando las hojas, más

sorprendida estaba. Las fotos que estaban viendo sus propios ojos eran fotos del pasado, pero

también del presente; era como si cada momento importante de su vida estuviera contenido en

esas fotos. Estaba perpleja y no se explicaba cómo podían estar en ese viejo álbum, fotos

realizadas en ese mismo día en el cementerio. Conforme iba pasando las hojas se acercaba las

últimas páginas. Con bastante nerviosismo, se dirigió a la penúltima página. Se quedó

petrificada al verse en una fotografía de ella misma leyendo el libro en ese mismo instante.

Estaba tan asustada que no podía creer lo que sus ojos veían. El reloj empezó a sonar,

anunciando las campanadas de las doce de la noche. De repente, en la última campanada se

escucha un chasquido en el fondo del pasillo. Sara se quedó en silencio, y muy asustada

observó cómo la ventana del desván se abría por la fuerza del viento. De repente se apagaron

las luces de la casa. El viento rugía sin cesar, y una voz que procedía del pasillo decía así:

“Sara... Sara...” Era una voz profunda y tenebrosa, como si fuera de ultratumba. Asustada,

encendió la luz y empezó a escuchar otra vez esa voz en el pasillo. Como si estuviera

hipnotizada, se dirigió al pasillo, y de repente otra vez la luz volvió a apagarse. Las puertas se

abrían y cerraban continuamente, era una situación realmente escalofriante. La luz no

respondía, por lo que fue a encender una vela y su sorpresa fue aún mayor cuando al prenderla

encontró al final del pasillo a un individuo encapuchado frente a ella: ¿Quién eres? ¿Qué

quieres? Exclamó Sara. De repente aquel individuo encapuchado se levanta la capucha y

avanza hacia Sara… ¡No puede ser! Grita ella. Era imposible lo que veían sus ojos. Su rostro

quedo desencajado tras verse reflejada en la cara de aquel individuo. Un escalofrío recorrió

todo su cuerpo de arriba abajo. En un momento empezó a aparecer una niebla que se va

espesando poco a poco. ¡Nooooooo...! Sara cayó desvanecida al suelo. A la mañana siguiente,

la alarma saltó en el pueblo al encontrar un cuerpo hallado sin vida en las vías del tren, y

junto a ella un álUna ráfaga de viento abrió con furia el álbum, hasta quedar la última página al

descubierto, donde había una foto de ese mismo instante en la que ponía: “1 de noviembre de

1952 día de todos los santos. Atrapada en un mundo paralelo”. El cuerpo hallado era el de Sara

Kelles. Las autoridades se quedaron impactadas ya que que la joven que habían encontrado

había muerto en extrañas circunstancias 27 años atrás, según la documentación policial

no podras dormir (creepypastas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora