2. Edith
Edith era feliz, tenia todo lo que quería, no se privaba de nada. Vivía en un apartamento de dos habitaciones con un pequeño gato color caramelo llamado galletita. Trabajaba de comercial en una empresa de alarmas anti robo, no se le daba mal ganaba de sobra para permitirse caprichos que en tiempos de crisis la gran mayoría no podía. Tras una venta siempre pensaba en el pobre palurdo que acababa de gastar un dineral en algo que probablemente jamas seria necesario. Esa noche se arrepintió de no tener una alarma en el mismo instante en que sintió que recibía el primer golpe.
Tardaron una semana en encontrar a Edith, medio devorada por el pequeño gato color caramelo, que al no tener nada mas a mano para poder comer Edith era su única oportunidad de no morir de hambre. La joven estaba sobre un charco de sangre, casi irreconocible por la paliza que le habían dado, el apartamento revuelto como si hubiesen estado buscando algo aunque a simple vista parecía que no encontraron lo que buscaban.
El inspector Castillo llegó a la escena del crimen y ya antes de entrar vió a dos agentes intentando consolar a una señora que quizás era la madre de la victima.
- Buenos dias inspector.
- ¿Que tenemos Barbosa?
- Homicidio señor. A la pobre le han dado una buena paliza, tal vez algo de drogas o mafia, un ajuste de cuentas.- dijo Barbosa.
- Puede- comentó el inspector- pero me parece que andaban buscando algo que no encontraron... ¿La anciana de fuera es la madre de la victima?
-No señor, es la vecina que la encontró, en el trabajo no se dieron cuenta pues hace mas de una semana que estaba de vacaciones, y aun le quedaban un par mas. La pobre señora casi se muere al encontrar a la joven.
-Bien veamos que sabe- y castillo se dirigió fuera del apartamento donde la anciana se encontraba ya mas calmada.
