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Todo paso un día como cualquier otro.

Ella se duchó y se preparó para salir al instituto.

Entró a la misma clase desde hacía meses, saludando a quienes le caían bien e ignorando a los que no.

Rió con sus amigos y se durmió en las clases.

Todo como un día normal, todo hasta la última clase.

Maldijo por tener que juntarse con la otra clase y entró con esos "gorilas". Que por fortuna, solo les veía una hora a la semana.

Pero, ¿quién era aquel chico? Nunca antes le había visto, ¿acaso era nuevo?

De pronto una mirada, tan solo unos segundos que bastaron para grabarse en su memoria aquellos ojos verdes.

Los siguientes días pasaba el tiempo buscando de nuevo aquellos ojos.

Pasó el tiempo y ella seguía observándole desde segundo plano.

Se sabía de memoria sus sonrisas, sus risas, sus miradas, su forma de andar, su voz...

Ella se conformaba con tan solo verle feliz.

Quizás si hubiese faltado a aquella excursión todo hubiese seguido igual, pero el destino fue caprichoso.

Se hizo una nueva amiga y se empezó a juntar más con ella, en las clases donde estaban juntas, en el recreo, en la salida...

Junto a ella, llegó él y empezaron a hablar.

Se sentía feliz al oír sus bromas para hacerla reír, aunque solo fueran de muy vez en cuando.

Ella empezó a sentarse con la nueva amiga y por lo tanto, también con él. Él le pedía que le acariciara la mano y ella lo hacía

Así pasaba las semanas, con esa rutina.

No se hablaban en los pasillos, rara vez hubo alguna sonrisa. Pero en la última hora de los jueves, todo cambiaba.

Solo existían las miradas y las caricias que ella le daba.

No se sabe si fueron esos ojos verdes o esa sonrisa, pero se enamoró de él

Puede que si hubiese sido valiente y hubiera confesado lo que sentía, todo hubiese sido diferente.

Pero su timidez fue mayor a sus sueños y se conformó con esos momentos.

El curso se terminó y se fue con el recuerdo de aquellos ojos verdes. Aquellos que seguirían siendo los protagonistas de sus sueños.

Se fue sin saber que él sentía lo mismo.

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