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Dazai

Amor a primera vista.

Ha, cómo describirlo. Es esa extraña sensación el cual sientes que tu corazón se acelera tras ver aquella persona que te vuelve loco al instante; un momento mágico en el que nos embriaga el sentimiento del cariño y lo único que te hace pensar en formar un futuro a lado de él o ella. Tal vez el haberla conocido de esa forma fue una de las mejores experiencias que he tenido, pero por otro lado, siento que para ella no.

[...]Todo comenzó en una tarde de lluvia, caminaba por la encharcada banqueta cuidando del no mojar mis preciadas vendas con una sombrilla que posaba en mi hombro derecho. Miraba como el cielo se estaba calmando después de tantas horas de tempestad. Sinceramente me encantan estos climas. El apreciar las gotas del sereno, el olor a agua de lluvia y los resplandores del sol asomándose entre las nubes grises, lo disfrutaba mucho a lado de una taza de café caliente. Al igual que el caminar entre los charcos que había brindado la dulce lluvia. Solo y sin que nadie me presionara ¿qué más podía pedir?

Pero el caminar bajo la lluvia no era lo que estaba buscando entre aquellas calles solitarias y grises. Había tenido una misión por parte de Mori, cuyo objetivo era "amenazar" a un hombre quien quedó endeudado con la port-mafia. Un hombre que al parecer debe una alta cantidad de dinero y que al cabrón de Mori no lo tenía tan contento. Presentía en que él tenía un empleo como jardinero, puesto a que su ubicación era justo en una pequeña floristería. Al parecer no era tan difícil de identificar, podría jurar que desde mi punto de vista aquel era el único sitio en donde se notaba color gracias a los adornos florales que decoraban el humilde local.

Tras haber llegado se acercaba un aroma a flores frescas mezclado con aromatizantes naturales y repelente contra abejorros. Habían montones de capullos blancos, celestes y morado claro; todas cubiertas de gotas de lluvia. Parecía que estuviese a punto de entrar a un jardín lleno de infinitas flores de estos tres llamativos colores, pero sin embargo había un cartel frente a la puerta que bloqueaba el lugar con un resaltado "cerrado". Me limité a tocar el timbre esperando ver la semblante de aquel señor, esperé minutos y nadie era capaz de querer abrir semejante puerta. Toque de nuevo, mi paciencia estaba llegando a su limite, respiré hondo hasta por fin escuchar la voz de alguien en el interior del puesto.

Era una anciana, preguntando en que se debía mi presencia. Le respondí amablemente en que buscaba al dueño del local, ésta parecía estar sorda, pues no tardó medio segundo cuando llamó a su "nieta".

— No señora, no estoy buscando a su nieta.. — gruñía​ molesto.

Rapidamente la voz de la nieta se escuchaba cada vez más cerca hasta hacerse presente. Gruñendo de la misma forma que yo y mirando a la anciana con algo de vergüenza, al principio pensaba en que se trataba de una niña de cinco o seis años, estaba totalmente equivocado. Con sólo ver su altura la identificaba como una joven de mi edad.

— Cariño, ¿podrías atender a este muchacho por mi? — dijo la mujer sonriendole pícaramente.

El gesto de la chica desapareció al escuchar las palabras de ésta y entre un suspiro sin ganas soltó un "está bien".

Yo giré mis pupilas esperando por fin ser atendido hasta ver que la señora se alejó y nos dejó a mi y a la chica solos.

La joven volteó mirándome, noté como volvió a cambiar su expresión de tranquila a una más impactada y no la culpo, mi semblante también mostró ese carácter al verla.

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⏰ Última actualización: Oct 29, 2017 ⏰

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Colorblind; 太宰治Donde viven las historias. Descúbrelo ahora