Querido diario:
Hoy vuelvo a casa, como todos los días. Harta de que todos me menosprecien, harta de sentirme como una mierda. ¿Por qué me siento así joder? No tengo la culpa. Todos me miran como si fuera un bicho raro y yo solo quiero salir corriendo, apostarlo todo y no tener miedo a caerme, pero aún así lo tengo. Lo peor es llegar a casa y que nadie te apoye. La única persona que me ayudaba antes ya no está...
Años y años prometiéndome a mí y también prometiéndole a él que sería fuerte, pero aquí estoy, tirada en mi cama escribiendo esto para intentar desahogarme. Un mar de lágrimas corren asustadas por mis mejillas desando de salir de mí. Tienen mucha suerte, ellas si pueden escapar de esta mierda. Hablo, pero nadie me oye, grito y siguen sin oírme. ¿He hecho yo algo para que me traten así?
Mis manos tiemblan como dos teléfonos en vibración. Necesito un escape de este mundo y sé que no debería cometer la locura que estoy pensando en cometer pero... es necesario
Hart xx
Era tan sensible. Era como un barco de papel en una bañera, con cualquier contacto me desmoronaba. Cogí el diario y lo volví a guardar en su sitio. ¿Por qué era tan indefensa? A sí, porque practicamente me crié sola y digo practicamente porque mi hermano mayor estaba conmigo. Una imangen suya me vino a la cabeza y unas cuantas lágrimas se escaparon de mis ojos, como pequeños presos deseosos de salir de la cárcel. Joder le hecho de menos. Con el dorso de mi mano, limpié mi cara. Me acerqué al espejo de mi cuarto y cogí entre mis manos el precioso colgante que estaba allí perfectamente colocado. Era un corazón. Estaba hecho con una piedra blanca y en ella estaba escrito mi nombre en negro rodeado de dibujos de rosas. Me lo regaló Eddie antes de irse. Miré la hora e iba a llegar tarde a clase. Cogí la mochila y realicé el siguiente proceso: Metí las llaves, cogí mi gorro negro y mis guantes sin dedos negros y me los puse, bajé a la cocina y cogí una manzana, salí a la puerta principal, me puse mi chaqueta de cuero, salí de casa y cerré la puerta.
Comencé a caminar rápido hacia el instituto, que gracias a dios estaba a tres calles de mi casa por lo que si aligeraba mi paso llegaría a tiempo. La mañana era fría y nublada en Londres. El suelo tenía pequeños charcos y yo los saltaba como una niña pequeña jugándo en una tarde de invierno. Llegué al instituto y gracias a dios hoy me tocaba a primera hora Música, con mi profesor favorito: Liam Payne. Liam es jóven, alto, guapo y sonriente. Es simpático, pero cuando los alumnos se pasan con él, llega a dar MUCHO miedo. Tiene a todas las alumnas detrás de él. Es una de las pocas personas que sabe toda mi historia, él y mi amiga Ana que no se dónde se ha metido. Entré a la clase y me dirigí a mi sitio, pero estaba ocupado.
-Eh tú.- le llamé la atención y se giró.- Fuera de mi sitio ya.
-¿O qué?
-Escúchame estúpida o te levantas ahora mismo de ahí o te juro que...- estaba a punto de dejarle bien claro - otra vez - quién manda aquí a la imbécil de Ashley cuando me interrumpe una voz masculina.
- Vaya señorita Hart ¿otra vez haciendo amigos?- sonrió Liam. Tiene una sonrisa hermosa
-¿Cómo le va señor Payne?- le sonreí sarcásticamente y cuando me giré Ashley seguí en mi sitio. Le lancé una mirada asesina y, como un perro asustado por el sonido de un cohete, salió corriendo. Me senté en mi sitio sin ganas y Liam se acercó a mí.
-Me va bien.- susurró en mi oído.- Ya sabes, en el recreo al aula de música ¿vale?- yo asentí y él se fue a empezar la clase. Me dediqué a mirar por la ventana durante gran parte de la clase. Me aburría, puesto que yo ya me sabía todo el tema entero. Liam cruzó su mirada conmigo y me sonrió. El corazón me dió un vuelco. En realidad, me gustaba - y mucho - Liam Payne. Él no lo sabía y tenía que seguir sin saberlo. La clase acabó y me levanté como un rayo y me dirigí a mi siguiente clase. Me tocaba Francés. Me cago en la madre que parió a la vieja bipolar que tengo como profesora. Todas las mañanas muy contenta ella saludando con su típico "Bonjour! Common ça va?" y a los cinco minutos, sin venir a cuento, te está gritando y mirándote con cara de asco. Me adentré en los pasillos repletos de alumnos de mi instituto. Iba tranquilamente pensando en como iba a conseguir la licencia para que me dejaran llevar una pistola por la calle. Sí, lo se, SOY RARA. Me da igual lo que la gente piense, con una pistola en mi poder me siento protegida. De repente una mano impacta contra mi hombro y al ver sus pulseras y sus uñas mordidas y sin pintar supe que era mi mejor amiga: Ana.
- ¡HOLA!- me gritó como si fuera normal.
- Hola loca ¿Cómo te va la vida?- le pregunté casualmente dándole un abrazo.
- Pues mal.- suspiró y yo la miré extrañada, ella solía tener mucha energía por las mañanas.- ¡SE HA ACABADO EL CHOCOLATE EN MI CASA ESTA MAÑANA!- "¡Qué normal es!" pensé.
--Vale luego vamos a comprar un poco.- al oír esas palabras, ella soltó una especie de grito de victoria y todos la miraron. A ella le daba igual y se puso a cantar la canción "What Does The Fox Say?" en medio del pasillo. Ana era la típica niña loca, facilmente alterable, estudiosa y simpática a la que todo el mundo adoraba - y así era -.
(...)
Acababa de terminar la clase de Biología. Era la hora del recreo y yo me dirigía al aula de música, como todos los días. Entré a la sala, pero hoy no estaba Liam solo. Había un chico de mi edad moreno y alto. Llevaba una camisa de cuadros, unos vaqueros -para nada ajustados- y unas converses de marca Carrefour. Vale otro chico superdotado al que proteger.
- Venga Rosalyn acércate al piano y ya sabes.- me sonrió Liam dulcemente.
-No me gusta tocar con público.- dije secamente a lo que vi al pobre chico tragar saliva.
-No pasará nada.- Me acerqué al piano y comencé a tocar las teclas...
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HOLIWII KIWI
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I LOVE U PEOPLE
Ana xx:)