Message - Capítulo único

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Autora: Rin Kamelot, epílogo escrito por Enki

Disclaimer: Sherlock Holmes no me pertenece, la serie le pertenece a Steven Moffat y Mark Gatiss.

Advertencia: Relación hombre x hombre, acoso, muerte de un personaje.

Beteado por: Enki

Corregido por: Thomary221B

Este fanfic participa en el reto de febrero "¿Quieres ser mi sangriento Valentín?" del foro I am sherlocked en fanfiction.

Notas:

Me toco el prompt de acoso, sinceramente nunca he escrito sobre ese tema y no se me ocurría nada que hacer hasta que recordé la leyenda urbana de Merry-san del teléfono. Fue así que comencé a darle forma a esta historia.

Este fic está ambientado después de la segunda temporada y Sherlock está muerto, no fingió su muerte, en verdad salto.

Sin más que decir, espero lo disfruten.

Message


El teléfono sobre la mesa emitió un pitido mientras vibraba al recibir una notificación de un nuevo mensaje.

Reconocía ese sonido a la perfección, yo mismo lo había configurado para emitir ese tono cada que recibiera un mensaje de su parte o alguna llamada.

Antes escuchar ese sonido me hubiera incitado a responder inmediatamente lo que sea que me estuviera pidiendo o preguntando, pero ahora... ahora el simple sonido me provocaba escalofríos y que mi cuerpo se tensara preparándose a un inminente ataque.

Ese no podía ser él.

Había algo que me acechaba, alguien que fingía ser él.

Todo había comenzado por una extraña sensación que me empezó a incomodar.

Sin importar donde estuviera, me sentía observado, como si la mirada de alguien siempre estuviera sobre mí. Comencé a evitar salir a la calle, me sentía algo paranoico. Pero la cosa no cambió demasiado conmigo encerrado. En realidad parecía que el acoso se había incrementado.

Era como si cientos de ojos observaran cada movimiento mío.

Incluso encaré a Mycroft para que dejara de vigilarme, pero el hombre me había respondido que en efecto mantenía una estrecha vigilancia sobre mí, pero no en el nivel en el que yo comentaba. El hombre lucía confundido, me aseguró que investigaría a fondo que estaba ocurriendo.

Si el mismo gobierno británico no tenía idea de que es lo que estaba pasando, ¿qué podría esperar encontrar yo?

Creí que podría ser que todo estuviera en mi mente, por lo que adelanté mi cita con mi terapeuta, y le conté con pelos y señales lo que sentía y me pasaba.

Mi terapeuta me aseguraba que era una fase, que el sentirme observado había sido el mecanismo que mi mente había usado para sobrellevar el dolor por mi reciente pérdida. Que debía reflexionar sobre la relación que tenía con él y acostumbrarme a su ausencia.

Me sugirió dejar de alejarme del mundo y reincorporarme en el.

Me recomendó que lo mejor para superar mi duelo era hablar sobre su muerte con conocidos nuestros o amigos en común. Que debía aceptar los sentimientos que tenía hacia él y que jamás le confesé, pero sobre todo, que rememorara y celebrara su vida.

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