Capitulo único

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            Esa noche corría una ligera brisa que se colaba por la ventana abierta de un loft en Brooklyn, moviendo las cortinas moradas que la cubrían y creando un ambiente de lo más agradable en la habitación del Gran Brujo de Brooklyn, aunque ya no era solo su habitación, ahora la compartía con Alexander Lightwood.

              No había pasado ni una semana desde que Alec y Magnus habían vuelto y ambos estaban muy felices por ello, volvían a vivir juntos, a despertar al lado del otro, sus vidas por fin volvían a ser felices... aunque puede que el corazón del nefilim aún no estuviera totalmente curado y que las noches sacaran a la luz sus miedos en forma de pesadillas.

          Alec abrió la puerta del loft para encontrarse con un Magnus serio sentado en el sillón. Se acercó a él para saludarle con un beso pero el brujo se apartó antes de que sus labios se juntaran. Alec lo miró extrañado por su comportamiento.

         -¿Qué pasa, Magnus?- preguntó Alec confuso

        -Tenemos que hablar, Alexander.

        Magnus se despertó y miró la hora, eran las tres de la mañana, se giró en la cama para quedar cara a cara con Alexander, que dormía tranquilamente a su lado, o eso creía el brujo. Se quedó observándolo un poco más, pues nunca se cansaba de observar al nefilim.

       -Claro, ¿pasa algo?

       -La verdad es que sí, no podemos seguir con esto.

       -¿Esto? ¿A qué te refieres?

       -Me refiero a nuestra relación.

       -¿Qué? Magnus yo...

       Magnus estaba a punto de dormirse pero la voz del nefilim pronunciando su nombre hizo que el sueño se disipara por completo, no era el hecho de que el nefilim hubiera hablado en sueños lo que le extrañaba, pues no era la primera vez que eso ocurría, era el tono de voz que había utilizado y sobre todo la forma en que su expresión había cambiado, ya no era tranquila, más bien parecía aterrorizado.

       -No hay nada que tú puedas hacer para que cambie de opinión.

       -Pero... podemos... intentar hablarlo...

       -No hay nada de qué hablar, Alexander, simplemente ya no quiero estar contigo, ya no te quiero, bueno, nunca lo he hecho.

        -Magnus... Magnus, por favor...- volvió a hablar el nefilim y Magnus vio una lágrima brillando en su mejilla, se sentó en la cama dispuesto a despertar a su nefilim.

        -Alec...- dijo suavemente- Cariño, despierta.- pero en vez de despertar las mejillas de Alexander se cubrieron con más lágrimas.

        -Alexander, nunca te he querido, has sido un simple entretenimiento, nada más. ¿De verdad creíste por un segundo que yo, el Gran Brujo de Brooklyn te iba a querer a ti? No eres más que un nefilim atrapado a la sombra de sus hermanos, incapaz de luchar contra el más débil de los demonios, tuviste la suerte de estar conmigo y aun así me traicionaste...

       -Magnus... lo siento... lo siento mucho... Magnus... - Alec empezó a temblar y a murmurar entre hipidos, Magnus apenas lo entendía pero estaba muy preocupado por su nefilim, no sabía con qué estaría soñando pero no podía ser nada bueno.

         -No tienes que disculparte, me da igual, tú me das igual. Debería haber dejado que murieras cuando Abbadon te atacó, hubiera sido mejor para todos. Jace por fin podría haberse librado de ti, de un lastre con el que tiene que cargar de por vida, Isabelle podría haber seguido con su vida sin tener que preocuparse por su hermano que estaba demasiado asustado como para contar su secreto, Max podría haber tenido a Jace como referencia y yo, no habría desperdiciado mi tiempo contigo...

         -Lo siento... Magnus, por favor... puedo intentar... me... mejorar...

         Magnus estaba desesperado, Alec cada vez temblaba más y por sus palabras ya se imaginaba lo que estaría soñando y eso no ayudaba en absoluto. Sacudió a Alec por los hombros, pero este no se despertó en su lugar siguió murmurando con el rostro cubierto de lágrimas.

           -Sé que no... que no te... te merezco... pero te amo... no me dejes... Magnus...

         -Alec, vete de aquí, ya.

          -Magnus, por favor...

           Magnus no sabía qué hacer, no sabía cómo despertar a Alec, este seguía murmurando su nombre y disculpándose por el Ángel sabe qué. Magnus impotente se limitó a sentarse con la espalda apoyada en el cabezal de la cama y atrajo a Alec hacia él, lo abrazó y empezó a susurrarle cosas al oído.

        -Alexander, es solo una pesadilla, despierta por favor.

         -Magnus... no... te... te quiero... no me dejes... lo siento...

          -Alec, yo también te quiero.

         Y de repente Alec abrió los ojos y dio un bote, separándose de Magnus. Cuando levantó la mirada Magnus supo que algo no iba bien, sus ojos reflejaban terror, estaba desorientado, sin saber si eso era parte del sueño o no...

          -Lo siento... Magnus, te quiero... no me dejes por favor- dijo llorando con más fuerza que antes y Magnus se lanzó a abrazarlo, haciendo que Alec escondiera su rostro en el hueco del cuello del brujo. Y así se estuvieron durante un par de minutos, Alec llorando y Magnus arrodillado en la cama, abrazándolo y murmurándole palabras tranquilizadoras al oído.

          Cuando Alec al fin paró de llorar se separó de Magnus y le miró a los ojos, Magnus se relajó un poco al notar que estos ya no reflejaban terror aunque aún quedaba un rastro de miedo que el brujo sabía sería difícil de eliminar.

          -Lo siento, Magnus- dijo Alec apenado.

       -No hay nada por lo que disculparse, Alexander- dijo Magnus volviéndolo a atraer hacia su cuerpo y rodeándolo con sus brazos- ¿Estás mejor?

       -Sí, gracias por estar aquí- dijo sinceramente

        -Siempre lo voy a estar, mi amor.

         Y Alec supo que lo decía de verdad, que podía contar con Magnus siempre y le dio gracias al Ángel, a Dios e incluso a Lilith por permitirle estar al lado de Magnus Bane.

Pesadilla- One shot MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora