Capítulo 1: El muchacho que cayó del cielo

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Mayo 2016

California era demasiado calurosa para Nigel. Por cuestiones de "trabajo" se tuvo que trasladar de Nueva York a Los Ángeles, no podía quejarse, era una ciudad limpia y el negocio estaba mejor que nunca, ahora tenía cinco clubs nocturnos, tres en Nueva York y dos en California, estos últimos trataban clientes VIP por lo que alguna que otra estrella de Hollywood solía pasearse por ahí cada noche. La hospitalidad rumana era de las mejores y ni hablar de su mercancía.

Pero el calor, el maldito calor era insoportable. El invierno en Manhattan había sido agradable y le funcionó bastante bien mientras se recuperaba de esa herida en la cabeza que casi le cuesta la vida en Bucarest. Morir por amor nunca había sido algo que pasara por su mente, sin embargo, en aquel momento cuando Gaby decidió salvar al estúpido Charlie Contryman, por sobre su historia juntos y su futuro, realmente le hubiera gustado morir. Salvo que la vida le dio una nueva oportunidad, una para malgastarla como quisiera. Después de todo si no era una bala, el cigarrillo sin duda lo mataría en algún momento. Al menos por ahora no quería preocuparse.

Aún no era medio día y Nigel ya estaba enojado, y la razón había sido exactamente ésa: su trabajo era básicamente nocturno, por lo que dormía cuando comenzaba a clarear y no se levantaba hasta mucho después de mediodía. Y esa mañana todo había jugado en su contra. Primero una de las persianas en la habitación se averió y la luz del día le había dado directamente en los ojos, imposibilitándole conciliar el sueño de nuevo cuando el sol se puso lo suficientemente alto para brillar con intensidad sobre su cara. Se movió para todas las direcciones en su amplia cama, sin embargo, el desastre apenas comenzaba. Se mudó a la sala oscurecida por las pesadas cortinas y se acomodó en el sillón. Justo cuando casi estaba conciliando el sueño, un auto en la cochera del edificio comenzó a sonar con la estridente alarma. Se levantó sobresaltado; de no ser porque en ese momento lo mejor era mantener un bajo perfil habría salido con un bate de béisbol y hubiera destrozado ese maldito auto y al dueño hijo de puta.

Tal vez lo peor de todo fue cuando no logró encontrar ni un maldito cigarrillo en todo el apartamento, ¿qué le había hecho a sus cigarrillos? ¿acaso estaba realmente fumando demasiado? Tal vez sólo había olvidado abastecerse, por lo regular no lo hacía él mismo, y podía mandar en ese momento a cualquiera de sus hombres para que le llevaran varios paquetes, pero ante lo desastroso que su día pintaba, decidió caminar unas calles por el vecindario (al que sólo había visto de noche) hasta la tienda de conveniencia.

Se vistió sus pantalones vaqueros y la camisa de perros suelta que era fresca para el asqueroso clima, tomó sus lentes oscuros, las llaves y salió hacia la calle principal.

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—Lo sentimos, señor Raki, pero por el momento no tenemos personal disponible y la falla técnica será atendida después de las tres de la tarde —dijo la mujer al teléfono.

—El problema no es complicado. El cable de fibra óptica tuvo una avería menor, sólo necesita que su técnico cambie el cable por completo y el pulso de luz fluirá de nuevo por él —insistió Adam desde su apartamento.

—Es fin de semana, señor Raki, y el personal es escaso, así que lo atenderemos más tarde. Que tenga un buen día.

La mujer colgó y él se quedó un momento escuchando el tono de la llamada cortada, luego colgó. Su mañana no había sido la mejor, el cereal de salvado se había terminado y tuvo que recurrir al cereal de arroz para el desayuno, pues al tener un aumento de trabajo con los microcircuitos del telescopio durante la semana, no había podido abastecerse de cereal como estaba agendado en su lista de quehaceres. Y justo cuando se disponía a descargar en su computadora algunos videos sobre el satélite Delta IV Heavy que se había lanzado al espacio apenas un día antes, la conexión de internet se había caído.

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