Salvación

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Nota: Los guiones cortos son por qué estoy escribiendo por el celular, en cuanto pueda los modificaré.



Hay veces que, por causa del destino, las almas gemelas no pueden estar juntas. El sufrimiento de ambas partes se hace una herida en el corazón que no logra sanar ni el tiempo.


El viento invernal seca las lagrimas que se deslizan por mi pálido rostro, dejando un camino por el. Mi mirada se pierde entre la nieve que yace en el suelo y recuerdo aquel día. El día que lo vi por última vez.


-Así que… te vas a ir a Italia -solté con desánimo.


Su mirada transmitía frialdad y sus palabras resentimiento por lo que había tenido que pasar y desapego hacia los que lo apreciaban.


-Debo irme. No podré vivir tranquilo hasta que vea a ese sujeto muerto -me da la espalda para seguir su camino. Un camino que él me dejó bien claro que no podía acompañarlo.


-Eso no te traerá felicidad Luca -me animé a decirle.


El detuvo su caminar al escuchar mi audaz comentario.


-Ya no se trata de felicidad Aitana -me mira de reojo-. Es una cuestión de ajuste de cuentas.


En ese momento supe que no lo haría cambiar de opinión. Las lagrimas comenzaron a brotar solas de mis ojos por la desesperación de que se quede a mi lado y no arruine su vida con la soledad. Y como última esperanza para hacerlo recapacitar le dije:


-Tu hermano no hubiera querido que arruines tu vida por vengarlo de la mafia Italiana.


-Qué sabrás tú sobre lo que quería mi hermano -me miró con cólera-. Aparte, eso no es de tu incumbencia.


Mi llanto se hizo incontrolable.


-Te amo Luca… por favor no me lastimes así, no me apartes de tu lado…


Esta vez, la mirada que me dedicó fue de duda.


-Gracias... 


Esa fue su última palabra antes de irse.


Hace tres años que no sé nada de él. Y en éste momento lo necesito a mi lado, su simple presencia me llena de alegría y protección.


Ya ha pasado una semana de la muerte de mis padres. Mi única familia. Estoy sola y completamente pérdida. Ya no tengo nada en ésta vida, ninguna razón por la cuál seguir viviendo. El ardor en el pecho se hace más intenso. No lo soporto más.


Mi mejor amigo se fue a otro país a estudiar. Él era mi único sustento.


Y también desapareció, todos a mi alrededor lo hacen.


La mano libre acaricia el arma de mi padre que descansa en mi palma. La miro con esperanza, como si esa fuera la única salida. En ese momento recuerdo lo que me dijo una vez mi padre cuando solamente era una niña.


“Las ganas de vivir es lo que impulsa al ser humano a luchar por seguir en este mundo, cuando estas se esfuman es cuando la vida de la persona muere.”


Oprimo la mano contra mi pecho por el dolor repentino y abro la boca con ansias de llenar mis pulmones con oxigeno, el cual se escapó cuando comenzó el dolor.


Cierro los ojos y me quedo de esa manera por unos cuantos minutos hasta que el dolor disminuye. Me apoyo en el borde del puente de piedra recubierto de nieve y miro hacia abajo, donde el agua del rio se desliza. Mi reflejo se muestra en las aguas cristalinas. Mi alma abandonó mi cuerpo en el momento que mis padres murieron.


Mi vista vuelve al arma y decido sostenerla para poder terminar con mi sufrimiento. Llevo mi única salvación hacia la sien y con mi mano temblorosa le saco el seguro.


Doy el último bocado de oxigeno y me dispongo a apretar el gatillo. Escucho el disparo y luego un hermoso silencio. El dolor nunca llega y la calidez me abraza.


¿He muerto?¿Esto es lo que se siente?


De repente una voz muy antigua para mis oídos pero aun así conocida. Abro los ojos y me encuentro con el mismísimo ángel y demonio. Mi salvación y perdición al mismo tiempo. Estiro mi mano con intención de saber si esto es real.


-Luca… ¿eres tú?


Mi voz se ahoga con el llanto. Lo abrazo con desesperación, con el temor de que desaparezca y me deje de nuevo. Él me corresponde y siento como mi alma vuelve a mi cuerpo ante su calidez. Su aroma me reconforta y alivia. Me distancio de él al sentir unas manos empujarme con sutileza, sin quererme separar de él me separo lentamente y mis ojos se encuentran con los suyos luego de mucho tiempo. La misma mirada relajada y segura de hace tres años pero esta vez con una claridad y transparencia que jamás había visto en él.


-Volviste -digo sin poder creerlo.


-Matías se comunicó conmigo hace un par de días, me dijo que cuando habló contigo te notó algo extraña y triste, así que me rogó que vuelva a verte ¿Qué era lo que estabas pensando al querer suicidarte?


Sus últimas palabras fueron duras para mí. Quedaron resonando en mi cabeza por unos largos y arduos segundos.


El malestar que sentía me había aturdido y no me dejó pensar con claridad. Si Luca no hubiera llegado a tiempo ya estaría visitando el mundo de los muertos.


-¿Cómo supiste que estaría aquí?


-Te conozco Aitana -suelta con sutileza y una sonrisa amable-. Éste lugar es donde nos reuníamos siempre Matías, tu y yo -hace una breve pausa y mira hacia otro lado-. Y donde nos vimos por última vez hace tres años.


Su voz se apaga y los recuerdos y culpa invaden su mente.


El Luca que está a mi lado no es el mismo que hace tres años, ha crecido y madurado. Una sonrisa se escapa de mi boca con tal pensamiento.


Nos levantamos del suelo de piedra recubierto de una blanca nieve. Mi ojos se dirigieron al arma de fuego que se encontraba tirada, al verla las lagrimas comenzaron a caer como cataratas de mis ojos castaños.


-Luca…


El contesta a su llamado con una mirada intrigante por lo que fuera a decir.


-No me vuelvas a dejar… por favor.


Mi voz se quiebra y le regalo una sonrisa digna de un alma rota.


-No lo haré -mi cuerpo se relaja al oír tales palabras.


-Gracias -no hace falta que le diga el porqué de mi agradecimiento, sabe muy bien la razón de este.


-Yo debería de agradecerte… me diste un lugar al cual podía volver, una familia.


-Dos almas rotas que se salvan mutuamente de la oscuridad y la soledad.


Se acerca a mi y acaricia mi mejilla, su tacto hace que el corazón se acelere y que recuerde que estoy viva. Nuestras narices se rozan hasta que los labios hacen contacto.


“La vida está llena de dificultades, solo hay que saber y tener la fortaleza para afrontarlos de manera apropiada.”

Estrellas de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora