Una historia basada en muchas historias... ¿Extraño, no?
Todo transcurre en una escuela ubicada en España, donde asisten profesores y alumnos de distintas nacionalidades. Cada capítulo tratará de una pareja o una relación distinta, de las que se han...
Pareja temática=Roderich Edelstein (Austria) x Gilbert Beilschmidt (Prusia)
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°*°
"Pareces un robot." Le dijo un alumno aquel día.
Miraba el extenso ventanal del salón, admirando el horrible clima que se avecinaba. Las nubes se tornaban cada vez más oscuras, y se oían truenos a la lejanía. Otro día gris, como él.
Y cayeron las primeras gotas.
Sonrió inocentemente ante aquellas palabras, sin saber que reinarían en su mente más de lo pensado. Y quizás le estaba dando demasiada importancia a algo que se dijo sin pensar, pero el muchacho tenía razón, era monótono, sin gracia, aburrido, un robot. Su vida se basaba en siempre la misma rutina: levantarse, ir a trabajar, comer, dormir. No tenía amigos, no se llevaba bien con sus compañeros de trabajo, y nunca había experimentado un enamoramiento. Esto no solía afectarle, pero en días grises, como aquél, llegaba a la conclusión de que cada vez su situación le pesaba más. Siempre se enfadaba con facilidad y gran parte de las cosas solían molestarle, actitud que las personas a su alrededor detestaban y le reprochaban constantemente. Ningún alumno quería asistir a sus aburridas clases, y los que lo hacían, era por temor a que fueran a tomar en cuenta las inasistencias en clase de Música como algo relevante; y la realidad era que ni la máxima autoridad de la escuela mostraba interés por él y su contenido. Música, esa que creía era dueña de su corazón, a la vista de todos sólo le hacía menos interesante. Aunque también era cierto que su prodigiosa habilidad con los instrumentos despertaba la envidia de muchos, pero nadie dejaba que esos sentimientos salieran a la vista. La verdad era que, para Roderich, la música había dejado de ser su pasión, ya no era su refugio, se había convertido en algo tedioso y tan solo una carga que soportar todos los días. Manejaba cualquier instrumento a la perfección, casi de forma automática, y se sabía las partituras de memoria. La inspiración ya no llegaba a él de la misma forma que solía hacerlo, perdiendo así el interés en seguir componiendo su propia música. Rozó suavemente sus labios con la punta del dedo índice. Recordaba la última sonrisa sincera que expresó, aquellos momentos en los que era feliz verdaderamente, sin preocupaciones ni obligaciones con las que cumplir. Y también contaba con el día que le arrebató toda esa felicidad, el momento en que tuvo que mudarse y dejar atrás su vida por una nueva que no le trajo más que desgracias. Lo recordaba a él, ese niño de cabello albino y ojos rojizos, el responsable de sus sonrisas, y con quien solía pasar la mayor parte del tiempo. Su amigo de la infancia, su único amigo. Lo curioso, es que había podido reencontrarse con él gracias a su trabajo, pero desde que volvieron a verse lo único que conseguía el albino era irritarlo, como la mayoría de la gente.
