PRÓLOGO

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¿Sabías que si le hablas con cariño a las flores, ellas te escucharán y crecerán más rápido?

El hombre alto y de porte seguro se quedó en la puerta esperando a que su hijo y su esposa, ambos tan queridos para él, llegaran a su encuentro. No vería aquella casa hogareña de maderos pintados de azul, ni la entrada que estaba pisando, completamente blanca, en un largo tiempo. El jardín desprendía su dulce y habitual olor, aunque se notaba más fuerte. Tal vez las flores querrían despedir al hombre que cuidaba de ellas. Todo era hermoso en ese momento. Él lo sabía, y trató de absorber aquella sensación para guardarla en su alma.

Escuchó pasos de tacones aproximarse por las escaleras de la casa. La bella esposa bajaba con gracia, sosteniendo a su hijo en brazos.

Ninguno de ellos era perfecto, claro que no. La esposa se notaba desvelada y su cabello era un desastre. El hijo estaba cubierto de lodo y bajo sus brillantes ojos se hallaba una cicatriz reciente. Igualmente, el hombre tenía la barba mal cortada, y decenas de marcas se albergaban en su cuerpo. Muchos se hubieran dado cuenta de eso, pero a ellos les importaba poco, aquellas pequeñas cosas los hacían particulares, e incluso los distinguía como una familia.

Al fin, todos cerca, la madre depositó al pequeño en el suelo, y éste corrió a los brazos de su padre. Le dio un caluroso abrazo de despedida mientras sus ojos comenzaban a arder. Sus manitas rodeando el cuello de su padre, mientras sus ojos color miel comenzaban a escurrir. Cuando volvió al suelo, miró a su padre con melancolía.

—Te voy a extrañar. Regresa pronto.

Las palabras del niño provocaron que el corazón del hombre doliera un poco, pero aún así le regaló una sonrisa a su preciado hijo. Se colocó el sombrero.

—Estaré de vuelta antes de que siquiera lo notes. Cuídate mucho, Leist. Te amo.

El niño asintió con firmeza. La mujer miró la escena callada, y cuando ambos terminaron de hablar, se acercó a su marido y lo abrazó por la cintura. Este la rodeó de la misma manera y acarició su cabello castaño. Sus ojos se cruzaron por un par de minutos. Ambas miradas se sostenían intensas, comunicándose el cariño que se tenían mutuamente. El hombre besó con ternura a su esposa. Cuando se separaron ambos se sentían un poco vacíos. La mujer se dirigió a él.

—Cuídate mucho, te lo ruego.

—Lo prometo. Cariño, cuida a nuestro hijo, y a todos los demás.

Una cabecita rubia asomó de la puerta en ese momento, interrumpiendo con poco tacto.

—Tío, ¿Te irás? —Dijo la niña.

Todos la miraron. El niño, con rabia. La mujer y su esposo, con tristeza. El hombre le sonrió, se acercó y se arrodilló ante ella.

—Pequeña, sólo será una semana —El semblante dolido de la niña hizo que el hombre la abrazara —Estaré de vuelta pronto, y te traeré semillas para que plantemos juntos. Por favor,  no llores.

La niña se separó y se despidió con un ademán. Volvió al interior de la casa, sintiéndose un poco miserable.

Su familia se despidió una vez más, y al fin partió, con el corazón dolido y la melancolía rodeando su espíritu.

Algo dentro de él sabía que no sería sólo una semana. Tratar de asesinar a un vampiro rango A tomaría mucho más tiempo, y tal vez, le costaría la vida.

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Si no te interesa la nota de la autora, puedes saltarte todo lo que sigue.

EN SUS MARCAS LISTOS FUERAAAA.

Hola, gracias por darle una oportunidad a mi historia ❤
Disculpenme si hay errores en la ortografía o en la redacción, me esforzarse para mejorar con el tiempo.
Ésta es mi primera historia “seria”, y estoy muy ilusionada, espero que me apoyen leyendo y compartiendo la historia.
No quiero alargarme, así que sigan leyendo y muchas gracias otra vez

—— la escritora.

Esmeraldas Bajo El Agua (Gay/Yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora