1▪ Viaje ajetreado

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—¡Matteo, ya es tarde!

Oh, dulce murmullo mañanero.

Una voz de mujer se escucha desde las escaleras. Se acerca con rapidez y suena enojada. Sus ojos apenas pueden abrirse con gran esfuerzo, aunque se pegan un poco por las legañas que se formaron en la noche. La puerta de la habitación emite un chirrido, anunciando un nuevo día.

—¡Tienes 10 minutos para bajar si quieres llegar a la escuela!

Un sonido gutural sale de los labios de la persona acostada. La mujer que acaba de entrar, por el día dulce y tierna, ahora mismo parece un demonio sin estribos. La madre le lanza una mirada amenazadora a su hijo por última vez y cierra la puerta con gran estruendo. Un par de parpadeos para acostumbrarse a la luz. Las cucharas chocando con los tazones de cereal hacen suficiente ruido como para entrar en la habitación. Después de un par de bostezos el joven se levanta, echa un vistazo al reloj y corre a la ducha. El agua fría lo despierta por completo y lava su cabello con la rapidez del rayo.   Amarra una toalla a su cintura y sacude su cabello para secarlo. Se posa frente al espejo, contemplándose a sí mismo.
Un chico de estatura ligeramente baja, con cuerpo delgado y cara un poco redonda, piel nívea y porte elegante es lo que ve. Sus mejillas redondas están ligeramente rosadas, sus ojos, verde claro, brillantes y grandes, se coronan por tupidas pestañas. Sonríe con seguridad. No es soberbio, pero sabe que tiene una belleza prácticamente incomparable. Ni siquiera sus hermanos son tan guapos, y para él es un alivio, ya que así tendría al menos una cosa en la cual resaltaba sobre ellos.

En 7 minutos se vistió con una camiseta de manga larga color rojo vino y un pantalón deportivo negro. Baja las escaleras corriendo y mira a su madre, apurada recogiendo los platos del desayuno. Le sonríe con todo el encanto heredado de ella y le da un beso en la mejilla. Ella sonríe de vuelta, con dulzura.

En la mesa se encuentra el padre de aquella familia, serio como de costumbre, leyendo el periódico y tomando una taza de café con leche. Junto a él están los dos hermanos: Hunter y Ethan. Gemelos idénticos.  Cabello rubio, ojos verdes y carisma brillante. Ambos tienen el mismo porte atlético. Miran un vídeo en el celular de Ethan mientras comen cereal. Suspira al percatarse de que ya no tiene  tiempo de desayunar nada.
En cuanto los hermanos mayores lo vieron, guardaron el celular y tomaron sus mochilas. El menor hizo lo mismo. Los tres se despidieron de su padre y madre. Los gemelos con un poco de más afecto a papá, él con más afecto a mamá.

Salen de la casa, dirigiéndonos a la parada de autobús.

Hunter rodeó los hombros de su hermano pequeño con su brazo. Su sudadera del equipo de baloncesto rozó la piel del contrario, incomodándole. Carraspeó y le sonrió de manera ligeramente falsa.

—Matt... ¿Jared y tú son amigos?

La pregunta hace que Matteo, el menor, trague saliva. Ethan se acerca a los dos. El tema, que Matteo ha evitado a toda costa, finalmente sale a la luz, haciéndolo sentir en una emboscada.

—¿Qué Jared? —Modula su voz, tratando de sonar sereno y desinteresado, pero resulta imposible que los nervios no se noten —Si hablas de Jared, el de la iglesia, no sé porqué lo preguntas.

Ambos sonrieron. Ethan los alcanza y jala del brazo a Matteo. 

«Estoy frente a una intervención familiar. Esto será... Desagradable».

Matteo busca una salida rápida, pero no encuentra la forma de irse o cambiar de tema.

—Matteo, eres más o menos popular en la escuela. Atraes a las chicas, incluso parece que Marisha muere por ser tu novia...—Ethan frunció el entrecejo y lo miró con cierta estela de lástima —¿Quieres arruinar eso con los rumores?

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2018 ⏰

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Esmeraldas Bajo El Agua (Gay/Yaoi/BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora