B es de "Beso"

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B es de "Beso"

Llegó temprano, como acostumbraba en esas ocasiones especiales en las que le pagaban un porcentaje acorde al número de horas para laborar.

Ya sabía el protocolo para ese tipo de familias. Familias ricas o de clase media-alta que exigían puntualidad y pulcritud. Así pues, fue como se bañó temprano. Comió, alistó una mochila con algunas frituras para él (al parecer los ricos no son fanáticos de la comida chatarra) y metió algunas libretas y libros de la secundaria. Tomó el uniforme del instituto y se quitó el piercing del labio (dejándose el discreto de la ceja derecha).

Un par de camiones y una hora de camino después le llevaron a la dirección indicada. Sacando un frasco de colonia un par de casas antes recitó su mantra y 10 minutos antes de la hora ya estaba frente al inmenso portal de  la casi mansión a la que le habían mandado. No le gustaba pensar así de las personas, pero pudo imaginar un par de símbolos de dinero aparecer en sus ojos como en los dibujos animados. Todo indicaba a que ese día le pagarían muy bien y eso era algo muy bueno.

Le atendió una maid, algo mayor. Definitivamente no una jovencita de 20, sino más bien ya casi en los 50. Pero eso sería algo normal (pensó).

Bajo un hombre mientras él esperaba en la estancia, de pie. Había aprendido que los ricos necesitan sentir la autoridad y el control, por lo que sí no te ofrecen sentarte, tú no lo haces.

Extendió su mano a manera de saludo, lo cual el hombre le miró desconfiado y se acomodó la no-desacomodada corbata para evitarlo.

"Mucho gusto, soy Joey Wheeler y vengo por parte de la agencia"- se presentó, guardando las manos en los bolsillos.

"Muéstrame tus papeles" Joey sonrió sin decir nada y de su mochila sacó una carpeta, un bolígrafo y una identificación. Después de asegurarse de que todo estuviera en orden, el hombre alto y cano le firmó la hoja con la hora de llegada.

"Amanda se va a las 4:30. Mokuba debe de estar terminando sus deberes. Me imaginó que estás al tanto de la situación."

"No se preocupe señor, ya me informaron de todo. Le garantizó que su hijo no tendrá distracciones de ningún tipo."

Le miró con seriedad. Inexpresivo y analizante, como si hubiese dicho algo incorrecto o indebido y le hizo sentir incómodo y un poco avergonzado.

"Bien. Regresaré alrededor de las 8" tomó el maletín que la maid de la entrada, Amanda, le  sostenía pulcramente. Le miró por última vez de pies a cabeza y se giró diciendo antes de salir un " espero el mismo nivel de eficiencia y profesionalismo que tu compañero."

Sabía lo que eso significaba, su amigo Yugi le había contado con lujo de detalles sobre esa familia. Al parecer pasaron de niñera a niñera hasta que cambiaron a niñero y de ahí se quedó Yugi, quien por cuestiones amorosas había decidido pasarle la noche a él.

No dijo nada, simplemente sonrió. La puerta se cerró y dentro se quedaron sólo ellos y afuera estaba el mundo.

Amanda le ofreció un vaso de agua y le dio un recorrido por la casa, indicándole las habitaciones a las que se le restringía el acceso, las que sí tenía permitido y las cosas que podían hacer. Descartando así el fútbol, el fútbol americano, atrapadas, baseball, y básicamente cualquier  juego que involucrara correr, Joey pensó que entonces su salida serían los videojuegos, sin embargo, tampoco podían usar el cuarto de vídeo, donde sólo había una pantalla casi del tamaño de la pared y un escritorio con un asiento de apariencia extremadamente cómoda (no desde que el Señor se enteró de que una de las niñeras utilizó su sala de videoconferencias como cine casero).

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