Dèja vu

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Hace unos días iba caminando hacia la tienda, era una típica noche de verano. Me encontré con un amigo que, a pesar de vivir tan cerca, nos vemos tan poco. Conversamos un rato sobre cómo habíamos estado y, en medio de la risa, comenzó como a pellizcarme sin mucha fuerza el brazo (él siempre hace esas cosas, al parecer le gusta el contacto con las personas). Sin embargo, sentí un fastidio y unas ganas increíbles de reventarle la cara a puñetes; pero debía controlarme, pues él no lo hacía en mala onda. Decidí cortar la conversación excusándome con que estaba apurada y le pedí que dejara de pellizcarme, a lo que le resbaló por completo mi petición y me dio un último pellizcón.

Saqué un cigarro de cartera, tomé el encendedor y lo prendí. Le di la primera pitada, golpeé y boté el humo. Por lo general, esto suele ser muy liberador; sin embargo, mientras veía como el humo se esparcía en el húmedo ambiente de las calles de Lince, ese fastidio seguía ahí. En mi cabeza veía diferentes imágenes de las diferentes reacciones y situaciones que pudieron haber sucedido si no me hubiese aguantado las ganas de darle un buen derechazo. Y mi angustia seguía ahí, no se quería ir.

Para cuando me quedaba darle solo una pitada al cigarro, mordí en la colilla donde dice "click" para darle ese sabor a mora que vuelve tan rico a los cigarros Lucky. Volví a golpear y boté el humo por la nariz y por la boca, con esto último vi mi enojo esfumarse por el viento y pude regresar a mi realidad.

Camino de regreso a casa estuve pensando en por qué me había puesto así, en qué momento algo tan trivial pudo afectar tanto mi ánimo y minutos después encontré el por qué. Era algo tan obvio, algo que siempre estuvo ahí.

Normalmente no soy una persona demasiado cariñosa, soy un poco seca y tosca para responder, incluso con quienes más amo. Creo que la única persona a quien no me cuesta demostrarle cuanto lo amo y no me molesta si me muerde, empuja o patea o lo que sea es a mi hijo. Y supongo que esta bien. Ese amor incondicional que él me da, un ser de luz lleno de risas y buena energía saca lo mejor de mí. Esa es otra historia, una muy hermosa historia que se sigue escribiendo.

Regresando al por qué de mis ganas de golpear a un amigo, debo admitir que me volví así hace algunos años. En el 2013 para ser más exactos, un año lleno de mierda por dónde lo veas, con buenos momentos rescatables y que agradezco por tenerlos en mi memoria, mas toda la basura que viví.... a veces desearía no haber sido tan tonta, no haberme querido estrellar 100 veces con la misma pared para entender.

Esta a echada en el sillón de la sala, pensando en el verdadero sentido de cómo se forjó una personalidad en la que el contacto humano se volvió algo tan difícil para mí. Y la realidad es que, en el momento que esa amistad me pellizcó jugando, mi mente regresó al pasado en milésimas de segundo, me sentí otra vez vulnerable, me sentí como la primera vez que alguien me golpeó.

Golpes MortalesWhere stories live. Discover now