Capítulo único

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Eran alrededor de las 9 de la noche en Madrid. Recién comenzaba a llover y a pesar de ser una ciudad concurrida, en una pequeña plaza, la gente caminaba busca de refugio contra el agua, ignorando completamente que en una banca yacía un niño completamente empapado y llorando.
Este estaba agachado, y parecía estar cubriendo con sus manos una pequeña cajita.

-Mamá, *snif* donde...-

Sus rodillas ardían por una caida, que habia sufrido minutos atras cuando buscaba a su mamá. Levantaba la vista en busca de alguien que le ayudará mas todos a su alrededor pasaban de él debido a la inesperada lluvia.

-Mami, quiero volver a casa...-

Dijo mientras cerraba los ojos intentando recordar a su madre cuando hacia distintos tipos de muecas para alegrarle las veces que lloraba por algún golpe.

-Oye tu, si te quedas ahí te resfriaras-

Se sorprendió al escuchar a alguien hablar, asi que levanto la cabeza fijando la vista en aquél desconocido.
Era un niño un poco mas bajo que él, poseía los ojos negros al igual que su cabello. Este le llamo mucho la atención, pero lo mas interesante del chico era que además de llevar un paraguas, en sus brazos habia un cachorrito que lo miraba curioso.

-¿Me hablas a mi?-

Pregunto algo confundido, mas esto pareció disgustarle, ya que fruncio el ceño.

-No veo a nadie mas por aquí-

Se levanto como pudo, soportando el escocer de las rasmilladuras. Quedo frente al niño y este lo cubrió con el paraguas.

-Dime, ¿dónde está tu casa?-

Ante esas palabras solo pudo bajar la cabeza y comenzar a sollozar.

-Nose... *snif* mi mamá dijo que vendría por mi, pero no está... y no se volver solo a casa.

-Hmm... no te puedo llevar a la mía, pero conosco quien te puede ayudar, es un señor simpático-

Abrió los ojos sorprendido, aquél niño a pesar de no parecer amigable lo estaba ayudando.

-Ven, camina a mi lado, asi no te mojas-

Asintió feliz, se seco las lagrimas y comenzó a seguir al pelinegro. Durante la marcha fue fijandose detenidamente en como era, la piel era blanca, tenia unas cejas mas gruesas que las suyas, su pelo era corto y negro, por lo que resaltaba mas debido al tono de piel.

-¿Que tanto miras?-

Se asustó un poco cuando el chico lo descubrió viendole, pero lo extraño es que sintio algo de calor subir a sus mejillas, el niño se posiciono frente suyo y hablo.

-Estas rojo.... ¿Tienes fiebre?

El pelinegro puso su mano en su frente, lo que lo puso nervioso.

-Eh.. ¿qu..que estas haciendo?

-Mamá siempre dice que si la frente esta caliente es porque tienes fiebre, pero al parecer no tienes-

Tras decir eso el pelinegro se separó y siguió caminando como si nada hubiera pasado. Aquello lo dejo algo confundido, mas siguió caminando tras el chico. Tras un largo silencio, el que sostenia el paraguas se detuvo frente a una casa donde pudieron refugiarse de la lluvia por el pórtico.

-Aquí es-

El niño tocó la puerta y tras un rato salió un hombre alto de pelo castaño verdoso.

-¿Quienes... que estás haciendo aquí?, ¿No te ibas de Madrid hoy?-

El hombre se dirigió al pelinegro que con el ceño fruncido indico al cachorro.

-Tenía que salir a dar una vuelta aquí una última vez-

El hombre sonrió divertido por la actitud del muchacho, hasta que se volteó hacia el otro niño. La mirada fija del hombre lo asusto un poco por lo que se puso detras del pelinegro.

-Estaba perdido en el parque y lo traje aquí-

Ante tales palabras el hombre sonrió y se agacho hasta quedar a la altura de los niños.

-Hola, mucho gusto, soy Celestino y tu?-

Antes de poder decir su nombre el otro chico se alejo un poco.

-Ya me tengo que ir, espero que
él te ayude-

Tras esas palabras sintio una gran desesperación en su pecho, sus manos se apretaron y fue ahí cuando se dio cuenta de algo.

-¡Espera! No se tu nombre-

El chico del perro le sonrió amablemente, la primera sonrisa que le daba.

-Soy Seung Lee-

Aquel nombre lo recordaría por siempre, ya que era de la persona que lo había salvado, era el nombre de su ángel.
No tenia como agradecerle al niño, lo único que poseía era la cajita y el contenido de esta. Asi que se acercó al pelinegro y le tendió la cajita.

-Muchas gracias Seung, toma, un recuerdo.

El niño tomó la cajita, sacando de ella un collar, en el se podia apreciar la forma de una luna menguante con un lobo acostado en ella.
Seung sonrió feliz y le dio un beso en la mejilla.

-Muchas gracias, lo cuidaré bien, prometo que nos volveremos a ver, adiós-

Y tras esas palabras el niño se alejo corriendo con el perro, mientras que él solo pudo agitar la mano en señal de despedida.

-Cuando nos volvamos a ver, te diré mi nombre, mi lindo Ángel-

The End

Mi Ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora