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"¡Que bueno que hemos llegado!" El casi grito de Niall hizo que Louis y Harry se separaran rápidamente, provocando que el castaño cayera en una extraña posición al suelo.

Nadie hablaba. Ellos sabían que aquella adolescente los había visto.

Harry lucía como si en cualquier momento sufriría un ataque de pánico. Sus manos no dejaban de revolver los pequeños rizos que su, ahora no tan larga, cabellera poseía.

Se levantó de aquel sofá oscuro y miró por apenas unos segundos a Louis, para después correr fugazmente su vista hacia Maddison.

Si antes estaba llorando, pues ahora prefería haber muerto.

La frialdad en los ojos llorosos de Harry le hizo saber que no los había encontrado en el mejor momento.

Sin soportar estar un minuto más en aquella habitación, el rizado salió en silencio, dejando un fuerte portazo que incluso en otros pisos podrían haberlo sentido.

Un suave sollozo se sintió en la habitación. Louis estaba llorando.

"Maddie," susurró el rubio suavemente mientras descansaba una de sus manos en el hombro de la chica. "Puedes recorrer el lugar si quieres, ir a tu habitación, o lo que sea. Yo, creo... necesito. Tengo que hablar con Louis."

"L-lo sie-ento." La voz de Maddison se rompió al final de esas palabras. La culpa la carcomía y decidió que lo mejor era darles su espacio.

Miró por última vez a Louis, intentando expresar con sus ojos la mayor de sus disculpas.

Se sentía fuera de lugar. Su mayor sueño se estaba convirtiendo en su peor pesadilla.

El rizado y el castaño estaban llorando. Ambos. Por ella. ¿Pero qué culpa tenía? No creía que al llegar al comienzo de la que iba a ser la mayor aventura de su vida todo se desmoronara en cuestión de segundos.

Se desplomó en la gran cama de una de las habitaciones que encontró disponibles, según le había dicho Niall, y mientras algunas solitarias lágrimas seguían recorriendo sus mejillas se dejó ir suavemente en los brazos de Morfeo, pensando en cuán maravilloso sería estar encerrada en su habitación admirando sus pósters o revistas de One Direction mientras escuchaba su música.

Quizá participar de aquel concurso no había sido tan buena idea como lo había creído.

(***)

Unos suaves pero perceptibles golpes en la puerta la despertaron de su siesta.

"Puedes pasar." Respondió frotando uno de sus ojos, con la voz algo ronca por el sueño.

Louis y Harry se adentraron en la habitación con una bandeja con comida. Todo rastro de aquella magnífica siesta se había borrado como por parte de magia en el momento en que aquellas palabras salieron de los labios del ojiverde.

"Tenemos que hablar."

Saving Larry Where stories live. Discover now