Prólogo

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11 años antes, Texas.

Recostada en mi cama, con la vista al techo violeta claro de mi habitación, escuchaba los gritos y golpes a través de la puerta cerrada.

No sabía cómo amortiguar el ruido, ni las lágrimas. Necesitaba parar, quería parar. Pero tan sólo era una pequeña asustada, como siempre.

Tomé mi oso de peluche favorito, Lulú, y me tapé con las sábanas hasta la cabeza. Me dormí pensando que quizás todo sería mejor. Que mamá y papá ya no pelearían, y yo podría ir al jardín de la mano de ambos con una sonrisa.

(...)

Alguien sacudió mi cuerpo, me quejé pero abrí un ojo para ver qué era lo que pasaba. Al hacerlo, vi a mi madre llorando mientras trataba de despertarme. Me levanté medio confundida al ver alrededor de su ojo otro color. 

¿Qué... qué pasa mami?dije, incorporándome. Era raro, nunca venía a despertarme.

Hija...su voz se quebró.

Dime, mami.

Tie-tienes que...lanzó un suspiro tembloroso y continuó , tienes que ir al living.

¿Para qué?confundida, ladeé la cabeza y fruncí el ceño.

Tú sólo vese alejó.

Sin decir más, me levanté, y caminé hasta allí. No me importaba en lo más mínimo estar descalza. Bajé las escaleras de madera, para encontrarlo a él sentado en el sillón negro.

Aquí estoy, papidije.

Siéntate, mi niña.

Caminé hasta donde estaba y me senté en el sillón de enfrente.

¿Qué pasa?dije confundida.

A pesar de tener seis años, tenía carácter fuerte. Mi mamá siempre decía que las circunstancias hacen a la persona, y creo que tiene razón en ello.

Verásseñaló con la barbilla un rincón detrás de mí, al voltearme, vi dos valijas.

¿Nos vamos de viaje?pregunté, a la vez que fruncía el ceño.

No, yo me voydijo, como si fuera cosa de todos los días. Sin anestesia.

Un nudo inmediatamente se formó en mi garganta. No lo odiaba, era mi padre; le tenía rencor por lo que hacía e hizo. Pero, irse, era una decisión drástica. Nos abandonaba, cual basura en callejón.

¿Qu-qué?tartamudeé, sintiendo el calor recorrer mi rostro hasta llegar a mis ojos.

Lo que escuchasteme miró fijamente, lo siento por tener que hacer esto, pero en algún momento pasaría.

¿Y qué pasará con nosotras?

Mi mamá no trabajaba, él era el que nos mantenía. Si se iba, perderíamos todo, y moriríamos de hambre. Quedaríamos definitivamente más que abandonadas.

Les daré dinero cada mes. De eso no te preocupes.

Ya no podía retener más las lágrimas, y se deslizaron por mis mejillas como una canilla.

Desvió su mirada hacia la ventana—: Lo siento, de verdadnuevamente me miró, y su mirada se suavizó. Ven aquíabrió sus brazos.

Me tiré a abrazarlo, a pesar de todo, este sería el último y no lo desperdiciaría. Sollocé fuerte, me desprendí de todo el dolor, la rabia, la alegría. Quería que cada sentimiento se fuera con él.

Rompió el abrazo, se alejó para verme y secó las lágrimas con los pulgares.

Te quiero, mi niña.

Te quiero, papiforcé una sonrisa.

Se levantó, llevándome en el proceso de nuevo al suelo. Fue al rincón, tomó sus maletas y caminó a la puerta. La abrió, y se dio la vuelta para verme.

Te quiero y no lloresno podía evitarlo, salían solas. Cuídate. Y no es un adiós, nos volveremos a ver. Siempre vendré. Lo prometo.

Entendí que no era un juego, se estaba yendo y lo estaba dejando ir.

¡Papi, papi, no te vayas!corrí hasta la puerta pero mi mamá me atrapó. Traté de zafarme, pero nada hacía que ella me soltara para ir a buscarlo. ¡Papá, si es por mí, te juro que voy a cambiar! ¡No te vayas!lo vi abrir la puerta de auto. No te vayassusurré. ¡Papá!grité pero él ya se había ido.

Prometió que volvería, y yo creía en esa promesa. Él no podía decepcionarme.

Pero, su última promesa nunca la cumplió. Él nunca volvió. Me decepcionó. Sus llamadas disminuyeron, junto con sus mensajes. Luego fueron los regalos. Y cuando quise darme cuenta, ya nada quedaba. Todo se había ido. Él se había ido.

Almas rotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora