No sé si la levedad nos guarda
o un día sobre nosotros se desvanece.
Si son esos murmullos,
los que llevan la muerte.Al filo del precipicio,
el rubor palidece,
danzando al son del equilibrio,
predestinados a saltar
en los brazos de la muerte.La noche arropa cualquier destello de vida,
ya nada florece,
nos llama la muerte.La inmortalidad perece
en las aguas del río,
que fluye en su eterna vida.Cuando la corriente
erosione los tejidos,
desembocarán nuestros restos
en el mar de lo perdido.La muerte siempre será
el final del camino.