Perdón(a[r]me)

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Me odio.


Me odio, algunas veces, por la noche, cuando la luna está alta en el cielo porque viene a arrasar con otro día de inactividad. No me odio porque no hago nada, me odio cuando hago cosas que no sirven para nada. Que no sirven para mí. Que no deseo.


Me odio cuando pienso en gente que no está pensando en mí. Me odio cuando pienso que otra gente está pensando mal de mí, y me odio por creer que soy lo suficientemente importante para que otra gente piense en mí, y me odio por pensar que no soy lo suficiente para que alguien piense en mí.

Me odio cuando grito sin razones.

Me odio cuando busco motivos para callar

Me odio cuando obro para otros en lugar de para mí y me odio cuando me doy cuenta de que volví a fumar porque me hace sentir bonita.

Me odio cuando tengo miedo. Me odio asustada, aterrorizada, ansiosa.

Me odio cuando le piso la cola a un perro, cuando desentono al cantar, cuando trato de moverme con gracia y tropiezo.

Me odio cuando río con todos los dientes y cuando las rimas me salen mal.

Me odio porque de cada persona que se atrevió a querer escribir, sentí envidia
y deseé que nunca publicasen un poemario en su vida.

Me odio, en ocasiones, por las mañanas, cuando me miro al espejo. Cuando el reloj da las 6 y todavía no tuve tiempo de hacer nada malo. Me odio sin razón. Me odio por existir. Por ser, y por ser de este modo.

Odio cuando me odio por las mañanas.

Odio, pero no me odio.


Me corrijo, sí. Me corrijo y me instruyo, me enseño, me acompaño, me aconsejo y me señalo, me ayudo, 

me pido perdón

,

me 

perdono

,

y lo intento otra vez.


Con amor.

la Libertad en ConfinamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora