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Probablemente planeamos muy temprano futuro en vez de vivir el presente, y malgastamos el pasado de pensarlo tantas veces. Quizá deberíamos de haber escapado de la rutina, no sé, sacarles las pilas al reloj del salón y tomarnos un tiempo, un tiempo de esos para pensar en qué debimos hacer y no hicimos, y que mierdas terminaron con nuestras sonrisas.

Tal vez sea eso, que morimos antes por dentro que por fuera. Y si quizá cumpliéramos las promesas que nos hicimos aquel día. Sí, podría haber funcionado, ¡claro que podía haber funcionado! Pero, no, no funcionó, y ese tiempo que nos dimos acabo siendo toda una vida y el reloj del salón no volvió a tener pilas, solo porque pensamos, ¿y si dejáramos de pensar tanto en que pasará y empezásemos a vivir?

Pero nos dimos cuenta tarde, ya nada era lo mismo. Ya nada volvió a ser como antes, y los cafés me salen peor desde que los hago para 1, y siempre dejo el espacio para tus camisas; aunque se que ahora no piensas con otra chica.

Empecé a contar las gotas del cristal el invierno que te fuiste, recuerdo ese día como si fuera ayer, discutimos por tonterias, como siempre, un par de gritos, yo me encerré en mi habitación con la esperanza de que cuando saliese, tú estuvieras calmado y nos dieramos un abrazo, nos perdonaramos, vendría la reconciliación y todo volvería a ser tan identico como ayer, y a la vez como mañana; pero no, tú te habias ido. No habías cogido ropa, ni maletas, incluso las llaves estaban en el mueble de la entrada, todo estaba en su sitio menos nosotros, todo estaba en orden menos nuestras cabezas, nada era distinto, y puede que ese fuese el problema, que seguimos la rutina, quisimos no hacernos notar y ese fue el terrible fallo.

Después de eso, de que todos los fallos que cometimos salieran a flote, de que me diera cuenta de qué hice mal, de que hiciste mal, entonces me hice café, sí, como aquellas noches de domingo, cuando tú no tenias trabajo, y veíamos peliculas hasta quedarnos dormidos, y me hacias cosquillas, y yo me reía y todo era normal; pero creo que no le eche mucho azucar, porque sabía amargo, o era la despedida, o que ya no estabas, en realidad aun no lo se.

Y bueno, ahora lo único que ser hacer bien es contar las gotas de lluvía que se quedaron pegadas a la ventana, o recordar en olor que dajabas en mis sabanas. Quizá debería de dejar de ponerme tus camisas y pensar que estas aquí, pero se me hace tan duro, que prefiero seguir haciendo el café para dos.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2014 ⏰

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