Mujer

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Él solo la miró una vez con esa mirada fría y sin sentimientos. No bastó más para comprender que lo estaba desafiando.

-Eso es un reloj despertador, Sesshomaru... sama... -. Pronunciaba las últimas palabras mientras salía de la habitación totalmente seria-. "Tal para cual..."-. Paseaba por el castillo intentando olvidar que solo unos minutos después de haberse entregado a Sesshomaru él la había llamado humana de nuevo. Caminaba observando las demás habitaciones, ninguna tenía mucha decoración eran bastante sombrías y no le conseguía adjudicar una utilidad. Al final acabó en la cocina o lo que debería ser una cocina. Allí había un recuadro en el suelo donde dos hogueras apagadas servían de fuego, uno tenía un caldero y otro una piedra plana, mas al fondo había una mesa de madera desgastada-. ¿Y donde guardan la comida?

-No la guardamos porque conseguimos la necesaria para el día-. La pequeña Rin estaba en la puerta con la mochila amarilla detrás de ella-. Le traigo esto señorita Kagome, perdone por sacar sus cosas sin permiso.

-No importa, tranquila. Entonces... ¿nunca cocináis?

-No, yo no sé cocinar bien, todo se quema-. Admitió con una pequeña sonrisa.

-¿Y Sesshomaru?

-No le gusta la comida, nunca come, al menos yo nunca le veo comer.

-¿Cuál es tu plato favorito?

-Mmm... Pescado asado y patatas calientes.

-Pues salgamos por pescados y patatas. ¿Dónde habrá una aldea?

-Hay uno cerca pero Sesshomaru-sama no me deja ir.

-Le preguntaremos las dos-. Cogió a la pequeña de la mano y fueron el busca de Sesshomaru, el cual estaba sentado en las escaleras con el reloj despertador aun en las manos.

-La respuesta es no.

-Ni siquiera sabes a que venimos.

-Quieren ir a la aldea-. La miró a los ojos y dijo: Tengo buen oído.

-El de un perro...-. Murmuro por lo bajo la azabache-. ¿Y si voy yo sola?

-La respuesta seria... no. Ninguna va a ir a la aldea.

-Rin -. Kagome se agacho hasta la altura de la pequeña-. Ve con Ah-Un ya pensaremos otra cosa para cenar.

-De acuerdo-. Kagome observó al pequeña hasta que supo que no la escucharía.

-¿Se puede saber qué te pasa conmigo? -. Él ni siquiera la miró simplemente seguía dándole vueltas al reloj, ella se sentó a su lado en las escaleras y le quitó el reloj-. ¿Quieres saber cómo funciona?-. Él la miró -. Déjame ir a la aldea.

-No.

-Entonces averigua lo que es un reloj tu solito, Gran Sesshomaru que todo lo puede. Y por cierto... no soy tu prisionera, no tengo que pedirte permiso para ir a buscar algo de comer-. El solo asintió mientras le pedía con la mano que le devolviera el reloj, ella se lo devolvió y salió de la casa no sin antes mirar atrás y ver que él seguía sentado en las escaleras.

Vagaba por las calles de la aldea no era nada parecida a la aldea de la anciana Kaede, las calles estaban desiertas y la comida que vendían estaba en muy malas condiciones. Cuando recorrió la mitad de la aldea decidió darse por vencido y volver a "casa". Seguía sus propios pasos para no perderse pero en uno de los cruces había un grupo de malhechores que no le daban buena espina y cambio el rumbo intentado no perderse, al poco rato escuchaba unos pies arrastrando la arenisca, Kagome volteó disimuladamente por encima del hombro y vio a tres hombres que la seguían con no muy buenas intenciones. Kagome aceleró el paso como quien no quiere la cosa pero los hombres empezaron a correr más rápido que ella, Kagome giraba en una calle y le daba la vuelta a otra, buscaba a alguien a quien pedir ayuda pero no había nadie en la calle, finalmente acabó en un callejón sin salida, quiso dar media vuelta y seguir escapando pero entonces llegaron los tipos riéndose.

Cambiando de BandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora