Del dolor para mí

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Puedo ver a las personas, meter el dedo dentro de ellas, hasta el fondo de sus pensamientos, sentir lo q sienten, analizar su comportamiento.
Pero, aunque puedo ver a cualquiera, no me puedo ver a mí.
Soy un nudo de sentimientos que están demasiado enredados como para desatarlos. Un nudo que, cuanto más intentas desliar, más complicas.
Nunca nadie me ha leído a mí.
Nunca nadie me ha visto, solo conocen esta mezcla de pedazos de lo que era, este destrozo de la persona que con tanto cuidado construí.
Todo proviene del dolor.
Todo es culpa suya.
Él siempre se lleva algo, nunca pasa y te deja igual.
El odio, la tristeza, la angustia.
Todo es culpa suya.
El dolor es avaricioso.
Te quita lo que más amabas. Te quita esa parte, esa virtud,ese trocito que te hacía ser tú.
Te cambia de forma irreversible, inarreglable.
Te enreda hasta que no puedes respirar.
Lo sueltas, te rindes, te arrodillas frente a él. Y ahí es donde lo pierdes. Las lágrimas que ruedan por tus mejillas se lo llevan, se llevan un diamante de ese que era tu bonito tesoro. Te dejan un hueco vacío e irreemplazable, un hueco que nunca vas a poder volver a llenar.
Se lo llevan, esas gotitas
traicioneras, cómplices de nuestro peor enemigo, para dárselo a su rey en bandeja de plata, para dejarte sin nada.
Se lo queda para no devolverlo nunca.
Eso hace el dolor.

Cuando llegó a mí este cruel asesino, no se llevó nada, pero consiguió privarme de todo.
No me quitó nada. Estaba cansado de robar, de matar, y prefirió darme algo que estaré pagando el resto de mi vida. Algo que tapa como una sábana todo mi tesoro, que no me deja verlo.
Me dió una bestia.
Una bestia horrible y enorme que mantiene lejos a todos.
Y solo aquellos que tienen el valor de acercarse lo suficiente, saben que, en realidad, solo es un pequeño gatito, y puedes vislumbrar el tesoro por encima de él.
Yo lo veo desde aquí. Rugiendo a todo el que lo mira desde lejos y a la vez, riéndose de mí. Viendo como todo el mundo huye.
Es un gatito pequeño. Pequeño y suave, pero mortal. Un gato que me rompe cada día un poco más, que juega con los hilos de mis sentimientos cada día un poco más.
Pero sí, le he puesto nombre. Aunque el creador fue el dolor, paso tanto tiempo con él, que me he tomado la libertad de darle el nombre de Inseguridad.
Eso es lo que me dió el rey del trono de oro.
Eso es lo que me regaló a mí.
No me quitó nada, no.
Alejó a todo de mí.

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