Parte única

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Ranpo en realidad jamás pensó en eso cuando el tiempo iba pasando. Si miraba en su relación con Fukuzawa, no se le ocurría pensar en que esta podría acabarse. Todo era un status quo maravilloso e interminable para él.

Días eran habituales, discusiones casuales y cariño una necesidad que llega en sus momentos a solas. Cada uno de sus días junto a Fukuzawa fueron similares entre sí. Se predecían las reacciones, inclusive el mínimo gesto era razón para adivinar lo que el otro decía, y contadas fueron las veces en que tuvieron que hablarse muy directamente para entenderse. 

Pero por supuesto, no es que esas cosas sucedan de un día para otro, que todo haya sido tranquilo al principio, o entre el tiempo. ¡Claro que no! esas cosas sólo ocurren en los cuentos, en los encuentros de alma en la mitología...¡Jamás en la realidad!

Todo lo que sabían del otro, lo fueron aprendiendo con los años, el tiempo. No importa si Ranpo, el mismo día en que estuvo junto a Fukuzawa por primera vez, le contó sobre la muerte de sus padres, sus oficios y su experiencia pseudo laboral. O su Ranpo dedujo todos los pecados que Fukuzawa acumuló en sus días de juventud. Ellos no aprendieron en un instante a predecir las reacciones del otro, a comprenderse, y mucho menos a amarse. 

El amor para ellos, llevó tiempo, cuidado,  olvidarse del orgullo, entre muchas cosas fundamentales para dar pie al respeto, la confianza, y la relación que se tuvieron.

Como el primer año.

 Donde sencillamente, pelearon, discutieron, y Ranpo sollozó, armó escándalos, le reclamó y se quejó todo lo que quiso, recibiendo miradas severas, contra-argumentos, y regaños. Pero también el año donde más se buscó amor. Ranpo se acomodaba en su espalda, se dormía con él, le exigía dulces y aperitivos, y Fukuzawa, acababa dando gusto a varias de sus peticiones. 

Y luego, los siguiente 5 años.

Donde Ranpo poco a poco crecía, Fukuzawa envejecía, se marcaba su rostro con las arrugas, e iban obteniendo cambios en su relación, a pesar de retroceder de vez en cuando, y volver a sus habituales discusiones por cosas inútiles y triviales, preocupaciones y sobre-protección constantes, y la inevitable hora en la que se necesitaban, se cuidaban, se daban cariño de una manera algo discreta, pero que a ambos les agradaba. 

Aquellos primeros años que avanzaban tan rápido, y que Fukuzawa veía como algo tan fugaz, que internamente peleaba consigo mismo. Algo en él se negó a creer en el crecimiento que Ranpo debía tener, porque dulce e inocente, y  a su vez, su deseo por ver a Ranpo como el chico fuerte que era, aquel que sobrevivía sin quejarse a ser huérfano, y a buscar un lugar en el mundo. Se contradecía y peleaba con su moral y su corazón día y noche, hasta poder llegar a una conclusión. ¿Qué eran él y Ranpo? ¿Por qué quería protegerlo? ¿Por qué insistía en sobre protegerlo, aun si quería que fuese alguien fuerte e independiente, y pudiera valerse por si mismo, ya que tenía las agallas para hacerlo? ¿Por qué no le aclaraba que sus lentes eran inútiles?... Se respondía únicamente la última, con una excusa vaga, pero que nacía desde el fondo de su corazón: Porque amaba su sonrisa. 

Después, vendrían 6 años de aceptación. 

En la cual ambos pasaron el punto más fuerte de su relación: Aceptarla. Poco a poco, como Ranpo continuaba creciendo, y a la vez sin dejar su espíritu de niño, con todo y confusiones, discusiones, la moral, y todo lo que incluyera el quererse, aceptaron finalmente, cuando Ranpo tenía 22 años, que se querían. Pero no fue como si relación cambiase del día a la mañana. Demoraron hasta los casi 26 años que Ranpo tenía en aceptar finalmente el amor...

Un amor, cuyo único fin era corresponderse. Jamás demostraban lo que tenían frente a nadie. Todo fue privado, suyo, de adentro... Y, aun así, Dazai, Kunikida, Yosano y Atsushi se percataron cada vez más de ese aprecio, de ese respeto, de ese amor tan fuerte e irrompible que se tenían, y comprendían más el porque la agencia armada de detectives era un lugar así. Porque era un lugar creado para la felicidad de alguien, producto de un amor que no tenía más interés que la felicidad ajena. (...)

Instante - FukuRanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora