[único]

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¿Qué podría decir Kyungsoo de Kim Jongin? Podía decir que no todo lo que brilla es oro, que es una caja de sorpresa y que no se enamoró de él a primera vista aunque sí quedó fascinado.

Era un día cualquiera, sábado, Kyungsoo caminaba con una tremenda sonrisa en sus labios de corazón directo al Estadio Nacional de Seúl, más que decidido a dejar su garganta y corazón por su equipo preferido de béisbol. A pesar de la congestión en el lugar, a Kyungsoo jamás se le quitaron las ganas de divertirse aunque nadie lo acompañó, compró botanas, una gorra e incluso un dedo de goma espuma de Número #1. Estaba feliz.

El boleto que le había conseguido su buen amigo Joonmyun, con todas las influencias que se traía, lo colocaron en uno de los mejores lugares, y hasta quién sabe, y podía atrapar una pelota y luego conseguir el autógrafo de algún jugador, estaba demasiado positivo.

Kyungsoo era así, positivo por sus cuatro lados.

El primer Inning comenzó muy bien, a su equipo le tocaba batear y estaba más que decidido a gritar y dejar las cuerdas vocales si era posible, sobre todo porque Oh Sehun era el Pitcher abridor, y Zhang Yixing el Cuarto bate.

A Kyungsoo le gustaba solos, pero los amaba juntos.

No tuvo ninguna compañía a los alrededores hasta el primer Strike, ni siquiera le dio tiempo de entristecerse adecuadamente porque rápidamente sus grandes ojos se prendieron de la imagen más estilizada que hubiesen visto sus ojos.

Era moreno, fue lo primero que vio. Vestido con el uniforme del equipo favorito de Kyungsoo en color negro, todo negro, labios prominentes, mirada sagaz, y alto, muy alto. A Kyungsoo le gustaban altos.

—¿Está ocupado este lugar? —preguntó el desconocido, con su tenue voz rayando entre lo intrigante y desinteresado.

Kyungsoo asintió enérgicamente, aferrado a su dedo de goma espuma.

—¡Sí, sí! Es decir, sí.

Se puso muy nervioso, las estaturas distaban una de la otra pero de alguna forma idealizó su nariz hundida en ese moreno cuello. Se dio cuenta al cabo de la primera carrera que el chico era fanático del béisbol, pero no de esos efusivos como él, quien saltó como loco porque a pesar de que había sido solitaria, Zhang Yixing se había lucido.

Y chilló aún más cuando, al llegar al Dugout, abrazó fuerte a Oh Sehun.

—¡Son tan lindos juntos!

Era inevitable no emparejarlos, y menos cuando se comportaban así.

—También me gustan sus interacciones —aludió el desconocido, dejando ver apenas una tenue sonrisa—. A Sehun se le nota que le gusta.

—Yixing no lo puede disimular —respondió, mirando con la mejillas calientes al extraño moreno—. Do Kyungsoo, mucho gusto.

La mano que había extendido fue apretada por el chico, mismo que con una fina línea en los labios, algo a lo que no se le podía llamar sonrisa, respondió que «Soy Kim Jongin, el gusto es mío».

Durante el juego Kyungsoo descubrió ciertos aspectos casuales de la vida de Jongin, él era muy observador, se dio cuenta que el chico prefirió comer saladitos y tomar bebidas cítricas, distando de él, a quien le fascinaba el dulce y los chuches. No era muy conversador pero no porque Kyungsoo lo hubiese aburrido, simplemente era así, de pocas palabras. No sonreía mucho, pero serio se veía realmente lindo. Irradiaba una personalidad fría, pero a Kyungsoo le agradó de esa forma, porque era del tipo de persona que tenía grandes cosas debajo de la manga.

—¡Ojalá que Minseok conecte un Home Run, hay Casa llena y sólo un Strike! —cantó Kyungsoo, con su dedo en alto.

—Será el Jugador más valioso del partido si lo logra.

Y dicho y hecho, Kim Minseok mandó a volar la bola lejos de terreno y los tres en base después de que Zhang Yixing se logró embasar y correr la línea, corrieron entre la gloria del público y el lamento del equipo visitante.

Kyungsoo saltó eufórico sin reprimendas y abrazó a Jongin, que a pesar de no demostrar tanto, estaba igual de emocionado por la carrera; no lo premeditó, ni lo preparó, sucedió de esa forma en la que Jongin lo alzó y medio sonrió celebrando. Sólo después de un instante, Kyungsoo notó la pose y se acaloró, pero se quedó allí, con las manos del recién conocido en su cadera y con el corazón latiéndole a mil por hora contra el pecho.

Realmente estaba deseado que el partido se fuera a Extra Inning para quedarse más tiempo con ese moreno.

Sin embargo, el equipo ganó nueve carreras por cuatro y Sehun y Yixing no pudieron demostrar más su euforia al triunfo que besándose justo sobre Home Plate y siendo mojados bestialmente por una cantidad absurda de champagne y cerveza por parte de los demás jugadores.

Esa noche Jongin y Kyungsoo no sólo celebraron la victoria de su equipo preferido sino que, se conocieron a puertas cerradas y descubrieron que había tanta química en ellos como en sus jugadores preferidos. Aún así, no fue el sexo casual lo que enamoró a Kyungsoo, ni siquiera el hecho de que Jongin apoyaba a su mismo equipo, no.

Lo que realmente abonó el Terreno de Juego, fue la innegable habilidad que tenían para distar en personalidad uno del otro, y es que, mientras Kyungsoo era el bombón más dulce sobre la faz del planeta, alegre, lleno de vida, y hablador hasta por los codos, Jongin era de palabras contadas, amante del limón, y algo dark, porque mientras uno era muy Twice el otro era Blackpink, mientras Kyungsoo iba por la vida vistiendo ropa color pastel, Jongin tenía todo tipo de modelos de ropa..., en negro.

Kyungsoo había sido parte del comité organizador de su baile escolar y Jongin tuvo su propio aquelarre, y lo único en lo que no distaban, eran en que ambos habían sido presidentes respectivamente.

Jongin era ingeniero y Kyungsoo licenciado.

Sin embargo, y pese a que no era ni por asomo el mismo reflejo en el espejo, el dicho rezaba, «Polos opuestos, se atraen» y vaya opuestos que eran. Pero ni en medio del blanco y negro, café y té, azúcar y limón, no se puedo evitar...

—Me gustas —susurró Kyungsoo, un día de esos, bajo el manto de un techo cualquiera, a la espera del bus.

Estaba escuchando If You Do de Got7 y, aunque la canción en sí era una nota de desamor, él sólo iba a tomar el nombre y lo iba a hacer.

—¿Desde cuándo? —Fue lo que preguntó Jongin, con la cabeza perdida en las gotas raspando el pavimento.

Kyungsoo rememoró los momentos al lado de Jongin, un año entre caricias, besos, y abrazos sin títulos, momentos en lo que no eran piel con piel y aún así lo sentía cerca, lo sentía suyo.

—Creo que me enamoré el día que te pedí que me alcanzaras las galletitas en la alacena —respondió con una sonrisa, no atreviéndose a mirar a su acompañante—. Estabas tan concentrado en tu maqueta pero aún así dejaste todo por mi capricho. O puede que fuese el día en que me llevaste de monito porque mis tobillos ya estaban hinchados. No sé, sólo sé que me gustas.

—Pensé que ibas a decir algo así como desde el primer beso, o la primera vez que estuvimos juntos o que fue amor a primera vista —siseó Jongin, dejando caer su cabeza sobre el hombro de Kyungsoo—. Eres cursi.

—Y tú no, ¿no es esto a lo que le llaman amor?

Jongin alzó la cabeza y dejó que la punta de su nariz rozara la de Kyungsoo; era tan cálido.

—Yo sí te quise desde el primer momento —confesó Jongin.

Eran tan desiguales, nunca empataban en nada más que los besos, las caricias y las miradas, una gota de agua y una de aceite, queriendo compaginar.

—Y yo soy el cursi —dijo Kyungsoo, moviendo levemente la nariz.

Fue un beso quedo debajo del azote de la lluvia lo que escribió un punto y aparte en la historia de este par, pasaron de ser desiguales y sin títulos, a desiguales, pero enamorados.

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Preguntaaaaaaaaaaaaa
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