Todo comenzó como todo comienza, todo inicio como la primera flor que asoma sus pétalos al sol, una amistad reducida a texto, un amor condenado a la distancia y un caminante a su encuentro.
Es fácil predecir esta historia, es fácil conocer el final.
El comenzó a escribir, yo desconocía su pasado; sus cartas eran hermosas, decorado fino, con un refinado estilo clásico, el sobre sellado con cera, en el cual se reflejaba un pequeño emblema con la figura de un búho.
Cada mañana de sábado bajaba por esa colina, caminaba sin detener el ritmo, mi meta estaba clara, hacer entrega de ese hermoso sobre, el sol segaba mis ojos, el viento sacudía mi pelo.
Nunca tuve gran talento con las letras, amaba el sentimiento que llenaba mi alma al terminar un verso de Baudelaire, temía con el temor que causaba Poe en mi mente. Pero a pesar de ello nunca tuve el don de la escritura, nunca pude invocar con letras los sentimientos más profundos de mi ser, a pesar de que las palabras existían... existían y se hallaban en otro escritor.
Admiraba a los estructuradores verbales, a los creadores de mundos y amplificadores de sentimientos.
Mi trabajo consistía en entregar letras, era un trabajo que amaba, ver como una sonrisa se dibujaba en sus rostros al leer el primer verso que se encontraba incrustado en esa fina hoja blanca... Para cualquier persona podría resultar un trabajo humillante y lo entiendo, en la universidad solía ser objeto de burla, a pesar de ellos solo eran habladurías a mi espalda.
Era sábado aquella mañana gris, me encontraba frente al portón de la casa, toque una vez el timbre, una suave voz hizo su aparición, voz que refrescaba como los vientos de invierno y lograba congelar el momento, abrió ligeramente el portón y asomo un rostro angelical, era hermosa, hermosa como una flor de selas, tan hermosa. Simplemente su presencia lograba desequilibrar mis sentidos, lograba hacer parecer un segundo una eternidad, lograba desprender mi voluntad de mi cuerpo.
No era de cuerpo frágil, era fuerte, su complexión lograba resaltar en ella su juventud, su piel clara como la nieve, y su pelo corto que dejaba ver sus hombros, en los cuales las penas recaían, sus ojos cafés claros encerraban más secretos de los que cualquier hombre pudiese contar.
Simplemente era ella...
YOU ARE READING
Traslucido
RomanceUna historia corta, de pocas letras y pocas emociones, simples, bellas y traslucidas. La breve historia de una vida monótona con un corazón hecho trizas y una sonrisa que cura todo.