Su dulce sonrisa

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Habían tantas cosas que había dejado atrás sin darles mayor importancia, y tantas personas a las que había olvidado en algún momento de la vida. Incluso lo había olvidado a él, que le daba sonrisas enamoradas y más sinceras que cualquier otra. Había olvidado lo importante que era para él, que la dibujaba y pensaba como la cosa más hermosa del mundo; que ella y sólo ella era su musa.

¿Por qué había olvidado algo tan importante como eso?

Había estado encantada por años de Adrien, por años lo había lastimado y a pesar de todos esos años lo tenía frente a ella, sonriendole, sin duda como si fuera lo mejor que le hubiera pasado. Había crecido tanto, parecía mucho más fuerte y más capaz, más seguro, más apasionado, más cálido... Era más de lo que podía soportar siendo consciente de lo egoísta e infantil que había sido siempre.

Nathanael era un artista, y no habían personas más sensibles que ellos.

Tal vez si pudiera hablar, si dejara de sonreírle así aunque fuese por un momento, si Alya no estuviera apresurándola alegando que hace frío, si ella fuera tan fuerte como él, tal vez abriera la boca y le rogaría una oportunidad de compensar todo lo que había y no había hecho. Sin embargo sigue siendo tan patética que solo puede sentir las lágrimas derramarse, su rostro hincharse y su garganta quemar.

Inmediatamente él parece preocupado.

Es tan dulce, y sus ojos tan únicos. Y le duele tanto de solo verlo y no ser capaz de pedir disculpas.

Si alzara la voz, si gritara, puede que las palabras puedan salir y...

—¡Por favor, perdóname!

Lucía sorprendido, tanto y más que Alya.

En medio del silencio siente una oleada de valentía y está completamente dispuesta a decir todas esas cosas cursis y vergonzosas que su corazón luchaba porque salieran.

—Por favor, si pudieras darme una oportunidad para compensarte todo. No sabes lo culpable que me sentí al caer en cuenta de todo el daño que te había hecho, lo cruel que era al ignorar tus sentimientos y traicionar la confianza que habías puesto en mí. Y duele que a pesar de todo eso todavía seas capaz de sonreírme de esa manera. Así que, por favor, permíteme reparar el daño que te he hecho y ser capaz de disfrutar de tus sonrisas.

Sólo pasan segundos hasta que se acobarda, pero está bien, ya todo ha salido. Empero aún así la calma que la recorrió se va y la deja con el corazón latiendo en sus oídos.

—Marinette...

Y parece que quiere que le duela más todavía, porque de otra manera sus sonrisa no podría ser aún más grande que la de antes.

—No hay nada que pueda perdonarte. Nadie manda sobre el corazón, ¿sabes? Siempre lo he sabido, no tienes por qué llorar —las manos se acercaron a su enrojecido rostro y apartaron las lágrimas de sus mejillas—. No hay duda de que te quedan mucho mejor las sonrisas, así que... ¿me harías sentir el más afortunado dedicándome las tuyas?

Volvió a sorprenderlo un poco cuando dio un paso al frente y lo rodeó con sus brazos. Pero inmediatamente sonrió aún más si era posible, por años había sido uno de sus mayores anhelos, no era capaz de negarse a un gesto como ese que viniera de su siempre amada Marinette.

Por otro lado, no había cosa que Alya comprendiera de todo eso. De pronto hasta ella sentía que había desaparecido.

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