Loco

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No puede con ello, es incapaz de durar un día más así, pero como es incapaz de soportarlo, lo es también para terminarlo.

Es que no hay manera de que ella se pueda salir de su cabeza, incluso después de años, de que la única manera de verle la cara ha sido a través de revistas o la televisión y a uno que otro desfile de moda a los que ha asistido intencionadamente, Marinette Dupain-Cheng sigue rondando por su cabeza. Y reconocerla en una simple impresión vuelve a disparar sus sentimientos tan a flor de piel como la primera vez, que irónicamente parecen más fuertes que antes.

Pero, ¿qué es lo que debería hacer? Sus caminos se han separado hace tanto tiempo, y a veces ha llegado a pensar que nunca llegaron a cruzarse, ni siquiera a acariciarse. Porque siempre fue imposible que ellos pudieran ser algo, porque recuerda aquella vez en la penúltima noche de la semana de la moda. Estaba tan preciosa en su vestido, su sonrisa seguía siendo aquella brillante y amable que siempre recordaba, y como siempre, fue capaz de hacer exaltar su corazón, hacerlo sentir esa relajante calidez.

Porque jamás le dijo su nombre, y Nathanaël está seguro de que aún no encuentra la relación entre el hombre de esa noche y el endeble compañero que estaba enamorado de ella.

Su amada Marinette, ¿por qué no es capaz de llegar a ella?

¿Por qué su corazón sigue siendo tan ingenuo? Se siente como ése Nathanaël de antaño, se siente tan impotente, desesperado, estúpido.

Y cae derrotado, justo en frente de la pintura incompleta en la pared de su ático. Ni siquiera en su plana pintura le devuelve la mirada, ni siquiera en sus fantasías lo ve, mientras que él se postra a sus pies.

Cada día está más enamorado, cada noche sigue soñando con ella y cada día siguiente intenta terminar aquel retrato.

Porque lo único que le queda de la dulce Marinette es el recuerdo y los ojos azules sin luz del mural que tampoco le pertenecen.

Dans mon coeurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora