Navidad en alta mar.

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Los fogones producían un calor sofocante, las especias inundaban el lugar de olores exóticos y la sala se llenaba cada vez más de deliciosos platos preparados por el alegre cocinero.

-Di, Sanji. ¿Por qué hay tantos platos? ¿Me los puedo comer?

El joven capitán a cargo de ese barco pirata, Monkey D.Luffy, acababa de entrar en la cocina atraído por los deliciosos olores que de ahí salían.

-No, rotundamente no.- se exaltó el cocinero al tiempo que le daba un manotazo al joven que intentaba robar algún trozo de comida.- Son platos de prueba.

-¿Platos de prueba? ¿Eso qué es? Y más importante, ¿por qué no puedo comérmelos? - el capitán frunció el ceño enfurruñado al no conseguir lo que él quería.

-Los platos de prueba los hago para que Nami-swan o Robin-chwan los prueben y me digan si son buenos para la cena de navidad.

-¿Cena de navidad?

-Si, una gran cena donde comerás esto y más.

-¡Increíble! ¿Cuando es esa genial cena?- Luffy se había emocionado y todo eso indicaba que su euforia recorrería todo el barco.

La sonrisa pícara de Sanji se ensanchó antes de contestar.

-El 24 Luffy, espera hasta el 24

-¿Qué? - Como si de un globo se tratase, el joven capitán se desinfló sobre la mesa- ¡Queda demasiado!

-Queda exactamente una semana- se rió el cocinero- tiempo suficiente para que busques regalos.

-¿Regalos? ¿Qué regalos? - preguntó confundido el azabache.

-Los regalos de navidad, por supuesto - explicó Sanji, acabando de emplatar otro plato.- es una tradición, en navidad se intercambian regalos.

-¿Me váis a dar regalos?- se emocionó nuevamente- ¡Oh, tengo que buscar regalos!- exclamó mientras salía corriendo de la cocina.

Mientras Sanji reía divertido y seguía cocinando para la esperada cena. En la cubierta, el hiperactivo capitán corría por todos los rincones preguntando "sutilmente" a sus nakamas que querían de regalo.

A la distancia, la pelirroja navegante miraba de forma ausente hacia el horizonte apoyada en la barandilla del barco. Soltó un leve suspiro y recostándose en la barandilla, ella estaba derrotada desde que hablaron de la cena de navidad.

No es que fuera algo malo, es solo que a la hora de pensar regalos, todo era muy fácil hasta que debía pensar en el regalo del cocinero. No es que él fuera una persona difícil de regalar, es solo que ella deseaba algo especial.

Todos sus nakamas eran especiales para ella, pero Sanji ocupaba el primer puesto en su corazón y anhelaba conseguir un regalo a la altura de sus sentimientos hacia él.

Se estiró como un gato e incorporándose decidió ir al mercado que había en la isla en la que se encontraban. Robin le había estado hablando de él y había comentado que es el lugar perfecto para buscar regalos.

Una hora más tarde y tres vueltas completas al mercado, y todavía no tenía nada. Ahora mismo le daba realmente igual lo que tuviera que gastar pero necesitaba algo que hiciera que Sanji derramara lágrimas de pura felicidad, quería emocionarlo y verlo más feliz que nunca.

Se estaba empezando a frustrar, pero justo en el momento en el que había decidido volver al barco, sin ningún éxito en su misión, un pequeño brillo que vio de reojo llamó su atención.

Se acercó al pequeño puesto que ya estaba cerrando, asombrada observó el objeto que había llamado su atención. Era una bola de cristal rellenada de agua y una preciosa decoración en el fondo, recreando en fondo marino. Aunque lo que más había la atención de Nami eran las miles de figuritas que completaban la vista marina.

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