Me perdí en un triángulo, mientras hacía tarea de geometría, caí entre la hipotenusa y el cateto opuesto. Pero no tenía miedo, no me importaba estar entre aquellos tres vértices sin salida, no me preocupaba el vacío entre los ángulos. Recorrí así toda la figura, caminando a través de todo su perímetro, hasta encontrar el lugar perfecto para poner así un punto, y moverlo hasta cambiar su forma, volviéndola un cuadrado. Aunque, extrañamente, aquella silueta me molestaba un poco, así que volví a recorrerla, agregando uno, dos, tres puntos, otro más y otro más, así hasta perder la cuenta, aventando cada uno más y más lejos de su lugar de origen. Recuerdo haber jugado con hexágonos, heptágonos, decágonos, además de dar vueltas y vueltas en un círculo, pero aunque me divertía con tantas figuras, sentía que algo me faltaba. Fue así que decidí poner un punto en el aire, y para mi sorpresa los lados comenzaron a salir de este, para así unirse con el resto del contorno. No perdí más tiempo y empecé a poner muchos más, y pronto así me encontraba volando en una esfera. Pero el pequeño mundo perfecto que había creado no duró mucho, pues aquella bella estructura se vino abajo, punto a punto, y con ellos yo también.
La caída no me causó daño alguno, pues aquellos vértices que se habían desprendidocrearon lo que parecían dunas, hechas de nieve, y fueron ellas las que lograron atraparme. Después de recuperar el aliento, me incorporé y pasé mi mano por aquellas partículas, jugueteando con ellas entre mis dedos. Tomé un punto y lo arrojé hacia arriba, pero este no reaccionó con ningún otro y simplemente cayó, como un copo de nieve. Estiré mis brazos, y acumulé un gran bonche de ellos, y una vez más los lancé hacia lo alto, esta vez con todas mis fuerzas, pero dio el mismo resultado, aquellos vértices cayeron sobre mí, cubriendo mi rostro y cabello. Bajé la vista, y contemplé todo aquel espacio, y como ahora parecía un desierto. Por primera vez me sentí sola, completamente sola. Una a una, lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, desprendiéndose de mi rostro y chocando contra aquella superficie albina, coloreándola de un gris obscuro. Y aunque no pareciera mucho, tomé ese nuevo color entre mis manos, y lo estreché, parecía helado, helado sabor a lluvia, sonreí, y tras un gran suspiro, me puse de pie.
Recuerdo haber caminado por mucho tiempo, esparciendo puntos a cada paso que daba, pateándolos de par en par para así darme cuenta por donde ya había pasado, creando así un camino, quería encontrar algo, lo que fuese, pero mientras más y más deambulaba, me daba cuenta que no llegaba a ningún lugar. Parecía que jamás hallaría nada, que me quedaría abandonada y rodeada de sólo aquellos vértices blancos que ya comenzaban a desesperarme. Me dejé caer en aquella suave superficie, pero pronto noté que algo me molestaba, un pequeño resplandor tintineaba a lo lejos, y así, sin pensarlo me levanté y corrí tan rápido como pude a través de aquel mar blanco. Llegué hacia el origen de aquel brillo, y no pude contener mi asombro, pues allí, enterrado entre tantos puntos, encontré un hexágono, y dentro, estaba yo. Lo tomé y pude verme recorriendo la figura, jugando y corriendo por doquier, me vi poniendo un punto y de pronto un heptágono saltó en mis manos.
Mientras seguía admirando mi hallazgo, sentada, contemplé todo aquello que la pequeña yo hacía en la figura, que hasta ahora se había convertido en un círculo. Fue justo en ese momento en el que el miedo se apoderó de mí, pues sabía que era esa misma silueta en la que me encontraba antes de volverla una esfera y desplomarme desde lo alto. Traté de llamar la atención de aquella yo, pero por más que traté ella siguió bailando y dando vueltas, hasta así tomar un punto y ponerlo en el aire. Rápidamente aquel vértice se unió con los demás de la figura, y ella, como yo antes, puso todos los demás posibles para terminar con la bella creación de la esfera, que ya comenzaba a agrandarse en mis manos como si de un globo se tratase, y aunque yo intenté detenerla ésta no paraba de crecer. Casi de inmediato tuve que apartarme, pues aquel mundo ya era de mi tamaño y seguía creciendo y creciendo, aunque la yo atrapada dentro no parecía aumentar su tamaño. Fue así que no pude seguir sus diminutos movimientos y la perdí de vista, corrí alrededor de la esfera para encontrarla, pero aquella figura comenzó a elevarse, además de irradiar una intensa luz. Traté de seguirla, pero el vuelo que emprendía aquel orbe era rápido, además de increíblemente gentil y con una extraña armonía. Pero no podía enfocarme en ello ahora, pues para mí era aún más importante el alcanzarla, no importando a donde fuera.
Atravesé el inmenso valle pálido, persiguiendo aquella figura luminosa que me eludía tras montes y cuencas de vértices, mientras yo, detrás de ella, me deslizaba y subía tan pronto como podía para no perderle el rastro. Llegué así a lo que parecía la montaña más alta de aquel espacio, pude ver todo a mi alrededor, además de contemplar como aquel globo descendía poco a poco, hasta llegar al suelo en la lejanía, y reí, pues pareciera como si aquella figura estuviera cansada de la travesía, al igual que yo, además me sentí satisfecha al ver como aquella esfera se posaba en el suelo. Decidí que me tomaría mi tiempo ahora que estaba en calma, para así bajar con cuidado desde la altura donde me encontraba. Resbalé con cuidado, descendiendo punto a punto, y al llegar al piso me encaminé hacia aquella bella silueta, ahora que podía contemplarla me daba cuenta que no era una esfera común y corriente, sino que tenía hermosos relieves llenas de figuras, además de tener varios tonos de grises y blancos. Fue entonces cuando sentí un intenso dolor en mi pie derecho, y caí hacia aquella cama blanca. Me senté y sobé mi pie, tratando de aliviar aquel dolor, pero este se fue por completo cuando me di cuenta que había tropezado con un pequeño triángulo de cristal, el cual tomé sin pensarlo, extrañamente, este triángulo estaba vacío. Inspeccioné cuidadosamente aquella figura en mis manos, y me pregunté cómo no pude haberla visto antes, pues su color no era como el del resto del espacio que me rodeaba, sino que parecía más como un vidrio opaco y maltratado, era casi como si no perteneciera a aquel mundo. Sin embargo, tenía una hermosura que no podía describir.
Caminé hasta el orbe, con el pequeño triángulo en las manos, tratando de distribuir entre ambas figuras mi atención. Observé el gigantesco globo enfrente de mí, incluso mientras volaba no había parado de crecer, pero ahora que se encontraba hundido en los puntos, se veía inmóvil, dormido, como si fuera una gran cabeza acostada en una almohada. Me acerqué con cuidado, y traté de sacarla de aquel lugar, pero aquella forma era muy pesada y no logré ni moverla un poco, pero noté que aquella figura era fría y tenía una pequeña capa de lo que parecía agua, dejando húmeda mi palma. Puse el triángulo en el suelo, y volví a internar ahora con ambas manos, pero mi empuje no era suficiente, así que recogí el triángulo del piso y rodeé la esfera. Mientras lo hacía me di cuenta de que el triángulo parecía reaccionar a aquel globo, pues un pequeño destello comenzaba a despertar desde su interior.
Seguí el contorno del obre, tratando de averiguar la razón del brillo en el triángulo, que aumentaba poco a poco mientras caminaba, hasta que llegué a un punto donde el resplandor comenzaba a disminuir de nuevo, así que volví y observé cuidadosamente la esfera, después de un momento di un salto, alzando lo que ya consideraba mí brújula de luz, y justo como pensé, al estar en el punto más alto del brinco, el destello volvió a incrementar. Gracias a los bellos relieves de la figura pude escalarla con facilidad, guiándome con la luminosidad del triángulo, y así, en cuestión de momentos me encontré en la cima de ella, donde encontré una abertura. Miré al triángulo en mis manos, aquel triángulo no se parecía nada al que había encontrado en el suelo, pues era de un blanco intenso, lleno de pequeños grabados en el cristal. Y así, decidida a averiguar de una vez por todas qué era lo que significaba lo coloqué allí, y de la unión de las dos figuras me vi envuelta en un esplendor, y allí del otro lado de la esfera me vi, vi a aquella pequeña yo que había perdido de vista apenas cuando la encontré, la vi enfrente de mí, tan tierna y pura, usando un lindo vestido blanco de lo que parecía seda. Observé que sus manos estaban recargadas en aquel vidrio húmedo, así que con mi dedo toqué aquel espejo.
Una extraña calidez invadió mi cuerpo y el gran resplandor fue sustituido por todos aquellos vértices que antes estaban inertes, ahora flotando a mí alrededor, dando vueltas, danzando, era como verlos renacer, ya que de uno a uno los vi unirse, fluyendo de un lado a otro, era como estar en el ojo de un huracán, a salvo, a pesar de la fuerza de la corriente de puntos. Me levanté y estiré mis brazos, tocando aquel torrente, jugando, sin darme cuenta que aquella esfera había comenzado de nuevo su vuelo, y yo iba en ella, recorriendo todos aquellos puntos, así, brincando, así, viviendo, así, hasta el infinito.
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Figuras
FantasyTras caer en un triángulo, llego a un nuevo mundo, el cual puedo moldear y acomodar en las figuras que yo deseé ¿Qué pasa cuando pierdo aquel poder y quedo atrapada?