Su sonrisa era distinta
no se parecía a las de los comerciales,
su forma de pensar
podía a muchos llegar a molestarles.
Así era ella, una chica real y sincera,
no era buena ni mala,
mucho menos perfecta.
Solo real, una chica de carne y hueso,
capaz de llorar, capaz de reír
capaz de soñar, también de morir.
Había aprendido a ser ella
a ser única, ser distinta
ser solo ella.
Dejó atrás el complacer a los demás
y obtener sonrisas ajenas,
decidió vivir su vida
aunque a otros les doliera.
Al fin, era su vida, solo de ella
al fin decidía lo que quería,
vivir su vida siendo real,
tanto lo había anhelado,
tanto que hasta llegó a llorar.
Y al fin, ahora era una mujer real.
Fecha: 28/02/2017
Autora: HSEA