Release the beast

113 9 2
                                    


Los días no habían sido buenos, me sentía como nunca antes lo había hecho, estaba triste, ausente, sentía dolor y debilidad. A causa de todo aquello decidí aislarme en mi casa, no quería ver a nadie, ni escuchar el típico "te lo dije". Después de bastante alcohol caí dormido en mi cama, debía agradecer que gracias al ser demonio no tuve una congestión alcohólica. Dormía profundamente cuando una voz en mi cabeza empezó a sonar, una voz demasiado familiar. 

 —Mi pequeño Belial, mira en que te haz convertido. No eres ni el triste reflejo del demonio que un día llegaste a ser. 

 Eso bastó para que yo abriera los ojos buscándole con la mirada alrededor de la habitación pero no había nadie. Deje salir un suspiro un poco más tranquilo, quizás solo era una alucinación por el alcohol consumido, deje caer mi espalda contra el colchón pero mi caída fue demasiado grande, mi cuerpo comencé a caer por un gran vacío, aquello me sorprendió, era como si solo estuviera cayendo, más y más abajo sin poder hacer nada para detenerme.
Al llegar al piso me estrelle pues no pude usar ninguno de mis poderes para evitarlo, varios de mis huesos se rompieron, pero que importaba, era solo un cuerpo humano más. Como pude me levante, sentia dolor pero no le di mucha importancia. Al observar con detenimiento aquel lugar, lo reconocí al instante, era el infierno. Siglos, casi milenios hacían desde que yo no tocaba aquel suelo, como de costumbre todo estaba igual, mire alrededor buscándolo o buscándolos, sabía que no me había traído al infierno de nuevo solo porque si, él quería verme. 

 —¡Sal de ahí maldito cobarde, se que estas ahí! Sentencie con voz alta obligando a mis reflejos a estar activos por si algún ataque salía de sorpresa. 

 —Esa no es manera de hablarle a tu padre Belial. Una voz grave sonaba entre las sombras del lugar y con pasos lentos y calmados empezó a caminar para dejarse ver. No cabía duda aquel era mi padre, Lucifer. Obviamente no importaba el tiempo que no nos hubiéramos visto, él seguía siendo el mismo. Camino hasta aquel gran trono, el mismo que yo había anhelado toda mi existencia y se sentó para mirarme con una estúpida sonrisa en sus labios.

—¿Porque me trajiste? ¿Qué quieres de mi?. Desgraciadamente y aunque odiara admitirlo, no estaba en condiciones de enfrentarlo, mis dones habían sido apagados, seguramente el cobarde lo había hecho por precaución y bueno mi cuerpo había sufrido daños al caer.

–¿Que quiero de ti mi amado hijo?. Repitió con una leve sonrisa en los labios para después negar con el rostro y continuo. Belial he seguido tus pasos, eso no debe sorprenderte, como buen padre no puedo dejar a un hijo abandonado a su suerte, aunque no lo parezca cuido de ti. Llegaste a la tierra siendo un vil vampiro y mira a donde haz llegado, recuperaste por completo tus dones, incluso obtuviste más y controlaste la sed de sangre, como siempre lo he dicho es un orgullo ser tu padre. Hizo una pequeña pausa y luego continuó. Sin embargo te volviste débil, ahora no matas, tienes consciencia, te importas los malditos humanos... ¿Como paso eso? Acaso no recuerdas como disfrutabas al matarlos y torturarlos. Quisiste destruirlos pero en el intento ellos te destruyeron a ti. Olvidaste quien eres y de donde vienes, olvidaste la sangre que corre por tus venas, la venganza nublo tus ojos y por querer destruirme... bueno terminaste siendo un patético humano.

 Aquellas palabras las había oído de un tiempo para acá, yo mismo me recriminaba todo aquello, mi maldita debilidad, cierto era que odiaba sentir. Desgraciadamente aquel hijo de puta tenia razón.

—¿Ahora resulta que amas?. Seguido de aquello soltó una fuerte carcajada que me ardiera la sangre, apreté mis puños con fuerza y gruñí pensando en mil manera de arrancarle la cabeza con las cosas que estuvieran cerca, pero era inútil fracasaría.

—Belial, los demonios no amamos, no tenemos sentimientos, solo destruimos y matamos, eso lo sabes bien, lo hacías perfectamente, antes de ser desterrado. El amor es solo una maldita debilidad, algo que dará a tus enemigos un punto por donde atacarte. ¿Sabes lo fácil que sería para mi ir por esa mujer y desollarla frente a ti, o esa niña que tanto dices amar y deseas proteger... ¿Cual era su nombre?...

La Historia De Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora