Juliette es la típica chica americana perfecta. Diecisiete años, calificaciones inigualables, a punto de terminar la secundaria y con una entrada casi asegurada a una de las universidades más prestigiosas del país. Sonrisa encantadora, ojos precioso...
-Sí, soy yo. -seguí mirando confundida a la mujer que me preguntaba.- ¿Por qué?
-Ven un segundo, pasa. -amablemente me incitó a pasar a la oficina de los tutores que se encontraba vacía.- Como ya deben haberte informado, la Profesora Smith se retiró. A mí me han contratado para ocupar su lugar, y me dijeron que eres brillante en química.
-Sí, de hecho era ella quien me dio las clases avanzadas... - Quería ser más amable con ella, pero me ponía nerviosa, me miraba de una manera tan... ¿profunda?
-Soy una tonta, olvidé presentarme. -sonrió ampliamente- Soy Marceline Roberts, puedes llamarme Marce si te sientes más cómoda, vamos a pasar muchas horas juntas, este año el curso es bastante intenso... -acomodó su cabello ondulado con su mano derecha- Entonces, Julie, te veo mañana.
-Bien, así será. -sonreí y me dispuse a salir de la oficina-
-Ah, Julie , gracias por la ayuda esta mañana...- sus mejillas se sonrojaron apenas-
-No ha sido nada, ni lo menciones. - ladeé la cabeza y luego me fui. Quedaban tres minutos, y las filas de las máquinas eran larguísimas.
Caminé hacia la entrada, buscando en las bancas a mis amigos. Cuando los vi, a paso rápido me acerqué. Alaska buscaba con la mirada desesperadamente en mis manos.
-¿No tienes chocolate?- hizo un puchero.
-¿Ni papitas? - Trevor se sumó a Alaska, reprochándome no haber llevado comida.
-Tomen, idiotas. -Anna abrió su mochila y nos repartió manzanas.
-No, si la sana. - Trevor soltó una carcajada ganándose un golpe de Anna-
El teléfono de Alaska sonó, ella estaba analizando detenidamente hasta que por fin habló.
-¿Les apetece salir el viernes por la noche? -alzó una ceja-
-Pero, ¡ mañana es viernes! - caí en cuentas que teníamos menos tiempo de lo previsto para organizar.
-¿Y? No es la primera vez que salimos...
-¿De quien es la fiesta?
-Parece que una de las chicas tiene la casa sola el fin de semana, y está organizando algo.
-¿Michelle? - Alaska asintió a mi pregunta-
-Veo que vuela rápido este tipo de información- rió Anna, sentándose junto a Trevor y mientras jugaba con su cabello habló de nuevo:
-Por mí, vamos. Pueden quedarse en casa si quieren, y podemos arreglarnos ahí para salir.
Alaska y yo sonreímos mientras que Trevor resoplaba a modo de queja por las insistentes manos de Anna enredándose en su pelo.
Escuchamos que el timbre sonó así que nos dirigimos a la siguiente clase.
* * * *
-Julie, tomo mis cosas del casillero y voy al auto, ¿me esperas?
-No hay problema. ¿Te ayudo? -Sugerí viendo que venía aún más cargada que yo.
Me pasó dos libros y comenzamos a caminar rumbo al estacionamiento. Pero sentí en mi nuca ojos profundos que me miraban, me analizaban, estudiaban mis pasos y cada movimiento por más sutil que sea. Me giré en medio del pasillo, con la piel erizada.
Marceline estaba cargando su cartera y su saco. Mirándome fijamente desde la puerta de la preceptoria con una sonrisa y la cabeza ladeada. Me recordó a mí esta mañana, fue inevitable.
Cuando se dió cuenta que estaba viéndola, sólo atinó a reír, se incorporó, cerró la puerta y pasó velozmente por delante nuestro como si nada, yendo a dejar la llave a los directivos.
(Marceline en el multimedia debajo)
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Volvimos a casa, pero le envié un texto a mamá para que sepa que estaría con Anna. Abrió la puerta, y en el sillón del living estaba Jack, su hermano, jugando con la última PlayStation.
-Idiotaaaaaa! -Anna corrió a su lado y le dejó un sonoro beso en la mejilla mientras Jack intentaba esquivarla para no perder. - ¿Mamá y papá? - inquirió su hermana.
-Recién se han ido a hacer las compras. -respondió el rubio- Déjame terminar la partida, Anna, por favor - hizo un puchero tierno, Anna rió, le agarró la mejilla y se sentó a su lado.
Me dispuse a acomodar mis cosas, dándoles la espalda, cuando oigo que Anne le susurra a su hermano "-Hey, deberías ser más atento con las visitas, ¿sabes?" y luego suelta una carcajada.
Cuando me giré tenía las cabezas de Jack y Anna asomándose por el sillón, el primero sonrojado porque lo enganché mirando mi trasero, y la segunda muerta de risa por la situación.
-Hola, ¿no? - alcé una ceja mirando a Jack. Nos conocemos hace unos años, desde que me mudé al lado de la casa de Anne, obviamente nos veíamos muy seguido, y cada tanto metía comentarios lanzándome sus perros , como quien dice. Y Anna, la muy perra, siempre le seguía el juego y hasta me ha sugerido ser cuñadas. Está loca.
Jack se puso de pie y caminó en mi dirección, me saludó con un beso en la mejilla y me tomó de la cintura con una mano. Anna se acercó.