Segundo- Fatidica vida.

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Un llamado tedioso día por un chaval de unos 16 años, nació el ya dicho. Estaba sano, sin ninguna deformación, era alegre, tranquilo y muy directo a la hora de hablar, no tenía miedo al rechazo. Todo eso cambió en el momento de entrar al colegio. El jardín de infantes lo pasó normal, feliz, con grandes amistades que por desgracia no eran lo suficiente fuertes. El problema de él apareció en el primer curso de primaria. La profesora, sin ninguna razón, acosaba al chico dejándole sin descansos y exigiéndole mas que al resto de alumnos, también le ignoraba en cuanto a alguna petición que le hiciera o propusiera, y si se revelaba de forma pacífica el niño terminaba por estar en clase de alumnos del centro menores que él.

Después de aquel horrible tramo de su vida fue trasladado a otro centro, donde las risas a su costa estaban desaparecidas del mapa. Menos cuando llegó a ser el "bufón del profesor" por causa de contar sus experiencias a un profesor. Esto no fue tan malo, también sufría el acoso de todos los compañeros de su clase. Era llamado raro, feo, inútil, incluso le tomaban por un ser tóxico para ellos. A pesar de todo, él seguía siendo el mismo chico fuera del colegio, solo que mas callado y distante.

Fue el momento de entrar a secundaria, sin amigos y poco sociable ya daba por perdido cualquier intento de amistad. Cada cosa que pensaba le bajaba mas el animo, cada cosa que hacía le era mas deprimente. No tenia ninguna afición, nada se le daba bien, solo se sentaba a ver como pasaban los cotidianos días, solo. En uno de esos momentos de soledad llegó a una interesante conclusión, tenía un ángel negro de la mala suerte a su cargo, no se equivocaba pero tampoco sabía si esto era real.

Un día ya cansado de la repetición y el abuso a su persona, se suicidó. Desde lo alto de una montaña, con un pequeño acantilado, saltó, sin miedo, sabía que por ello ya no estaría mal de nuevo, y murió. Su cuerpo se estrelló contra el suelo, partiendo sus huesos contra los escombros que allí hay.

El ángel, sorprendido, lloró la perdida de su primer acogido. El alma del niño no ascendió, tampoco calló al infierno, quedó en la tierra esperando algún día hallar la paz junto a alguien importante para él.

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