último

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SeungCheol, eras la persona a la cual tanto admiraba en secreto. Personalmente, lo hacía por tus pintorescos hoyuelos. Tus rasgos a la luz —en verdad, la poca que hay— de la noche me fascinaban de una manera increíble. Por éso, haré que estas noches de seguimiento, valgan la pena.

Tomabas siempre el mismo recorrido, sólo que en unos momentos dejaste de hacerlo. Optando así, por otras rutas. Sospecho que notaste que te seguía de hace tiempo. Nene, yo te conozco tan bien. 

Recuerdo cómo bruscamente te diste vuelta, diciéndome tímido si sucedía algo, si estaba perdido.

Oh, mil perdones si durante todo este período te incomodé. Soy de Seúl y no conozco bien la casa de mis abuelos maternos. Tú tomas el camino perfecto que me deja casi cerca. Soy un tanto... olvidadizo. 

Mentí. Y gocé de ello. Ya que me regalaste una sonrisa aliviada, una grande. Dejando ver tus preciosos hoyuelos. Te devolví el gesto y, desde ese día, me comenzaste a hablar. Los minutos que pasaba contigo me dejaban jodido, puesto que sentía enamorarme un poquito más de ti. Incrementando lo que era mi ligera obsesión.

Todos esos «encuentros» hacían que tenga más interés en ti, cuestionando dudas absurdas —aunque importantes—, como por ejemplo; qué color preferías: si azul o rojo, de cuántos años te parecía, cuántos tenías tú. Tu platillo favorito, incluso qué estación te gustaba. Supongo que logré que tengas cierta confianza en mí, pues eras muy charlatán conmigo. Y eso era bueno pero malo a la vez.

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Suelo ser dominante a lo que creo que es mío. Y digo «creo» porque desde luego que sé que nada me pertenece, si tan sólo soy insignificante. No obstante, el creerme que tú eras mío me hacía feliz. No tenía pensamientos salvajes, esos de querer volar una escuela —u otro edificio— con dinamita, de acuerdo, sí los tengo pero no les estoy prestando atención. Sonaré idiota: nadie ha logrado ésto en mí.

Y me aterra. Me asusta a tal punto de pensar las cosas dos veces, de que no sé si estoy haciendo lo correcto.

Ignorando mis voces interiores, comencé por darte obsequios. Quería que me tengas entre tus ojos, que pidas inconscientemente más de mí. Lo material jamás me ha gustado, aún así no sabía a fondo tus gustos como hombre. ¿Te gustará el chocolate? ¿Los bombones eran buena opción? ¿Algún accesorio costoso? Podría llamar a pleno tu interés, puedes ser interesado. No me importaría que lo seas, después de todo, serías mío.

O puede que seas una persona humilde que me miraría extrañado si te doy algo de aquéllo. Así que, unas plantas no estaban nada mal. Realmente, ni yo sé qué estoy diciendo.

Muchacho, pusiste mi mundo patas para arriba —bueno, el mundo no tiene patas y no existe el «arriba» ni el «abajo» en el espacio, pero esto no viene al caso—. Me convertiste en un individuo súper inseguro. ¿Dudar en darte tal tonto regalo? Ah, JeongHan, no te conozco para nada.

Los cumplidos eran lo mío, siempre los decía cuando me parecía necesario. Al pasar el tiempo, pude decirte algunos. Sonreías, tus mejillas de repente se teñían de rojo, enamorándome más.

Mira, JeongHan, sabes que no soy nada rudo... Uhm, ni tampoco soy de esa clase de gente que dice por los codos que está en pareja... Pero estoy en una relación y no quisiera que mis acciones te confundan.

Y está bien. Estaba bien. No eres mío pero quiero creerlo. Así que, realmente todo estaba bien.

...

Son las 11:37p.m. y no estás caminando por donde ambos lo hacíamos. Me quedé sentado en la calle, pensando que durante toda esta etapa, has estado de novio y por éso llegabas tarde a veces. Me puse tan triste que el deseo de destruir, de generar violencia, se apoderó de mí, mas me tocaste el hombro; me sonreíste, me tendiste tu mano y entonces tú encontrabas aquel JeongHan bobo perdido. 

delete + jeongcheol [one shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora