- Bienvenido a la realidad...-
No deja de rezumbar en mi cabeza la frase que Damián me dijo recién; a tan solo dos horas de ello así que, decido sentarme en una banca solitaria de un parque, a varias manzanas de mi casa.
- Total, no hay nadie en casa que me espere, ni menos que noten cuando llegue.- Pienso mientras un grupo de chicos del colegio, entre ellos estaba Damián, se acercan para empezar a joder con sus estupideces.
- Que hay bicho raro, ¿no deberías estar en casa, con tu familia? ¿o con tu novia? Jajajaja, oh es cierto, tú no tienes familia ni novia porque solo eres otro jodido problema más, otro que nadie más queremos llevar.- dijo Damián, utilizando un tono sarcástico.
- Deberías pensar en suicidarte, a nadie le importas, ni aún a la persona más comprensiva. Das asco.-
Fue lo poco que recuerdo antes de soltar un golpe directo a la cara de Damián, que el muy cobarde llamo a sus amigos, los cuales me tomaron e inmovilizaron, mientras recibía golpes de sus amigos. Recuerdo que Damián soltó puñetazos y rodillazos a mi abdomen, dejándome sofocado. Ya en el suelo todos comenzaron a asaltarme con patadas.
Se alejaron riéndose mientras yo perdía el conocimiento, y a la vez escuche un grito antes de caer.
Sentí que despertaba en un lugar muy familiar, demasiado diría yo... Era la casa de mis padres, donde viví mis primeros siete años. Que raro, desperté en una cama muy pequeña y trate de tallar mis ojos para después levantarme de la cama y bajar a la sala de la casa, pero en eso escuché gritos y dos personas pelear.
- Pa... ¿Papá?, Ma... Ma... ¿Mamá? - trate de hablar pero de mi boca salió una voz infantil, mire mis manos y eran pequeñas... ¡al igual que yo!
Escuchaba a mis padres pelear por algo, pero no escuchaba de qué así que bajé las escaleras y vídeos a mis padres peleando en la sala, a gritos, sus rostros se veían ¡borrosos!.- No me voy a hacer cargo te tu maldito hijo, fue tu culpa.-
-¿Mi culpa, no fuiste tú el que me convenciste de no abortarlo?-
- Por culpa de él tiré a la basura ¡siete míseros años!-
-¿Y yo qué, deje mis sueños por culpa de él también? Debí haberlo abortado antes.-
- Y hasta ahora te das cuenta de tu equivocación.-
- Vamos a dejarlo con su abuela, al fin, ella lo quiere mucho.-Veía como mamá venía subiendo las escaleras, no podía ver su rostro pero aseguro que me veía con ojos de ira. Estaba por alcanzarme cuando escuche una voz llamándome.
-¡Luke, Luke, despierta!-Desperté sudando y agitado.
- Gracias al cielo que despertaste, estaba muy preocupada por tí- dice una voz familiar.
-¿Mariana? ¿eres tú? ¿Donde estoy?-
- Si, soy yo, ¿como estás? ¿te sigue doliendo algo?
- Me siento como si un puto bus me hubiese pasado por encima.-
- Ese idiota de Damián casi te mata a golpes, cuando iba de camino a casa ví cuando Damián y su grupo te dejaron tirado en el suelo, así que te traje a mi casa con todas mis fuerzas.-
- Gracias Mary por cuidarme, si no hubieras llegado a tiempo, no se lo que pudiera haber pasado.- digo mientras trato de sentarme - de no haber sido por tí...-
- No hay de que agradecer chaparro, ¿por qué no te quedas a cenar? Mamá hará un estofado de carne de res, papas y chorizo.-
- Okay Mary, muchas gracias.-
- Te dejo solo mientras te cambias.- dice Mariana mientras sale de la habitación.
Me siento en la cama y busco mi playera de Arctic Monkeys que me había regalado Mary horas atrás. Observo mi abdomen, morado y lastimado, toco la zona para revisar que no tenga algún hueso roto. Ese maldito de Damián, si no fuera porque todo el tiempo su séquito de matones lo acompañará a todos lados, le daría su buen merecido a ese maricón.
De la nada llegó a mi mente aquella terrible pesadilla, recordé muchas cosas que había olvidado, o reprimido en el fondo de mi memoria:
La separación de mis "padres" (y digo padres en comillas porque un padre jamás abandonaría a su hijo), el odio que los dos me tenían por haber tirado a la mierda sus vidas y ambiciones, los seis años que viví con mi abuela y su terrible muerte. Todo regresó a mi memoria y tan abruptamente que no puede evitar soltar una lágrima.Ahora mismo desearía regresar a mi "hogar" (la triste y casi descuidada casa que mi abuela me había dejado en herencia al morir.) A componer y tocar mi guitarra para poder olvidar todo lo traumático que acabo de recordar.
Mi guitarra y mis canciones me han ayudado a sobrellevar la angustia y el dolor que siento en mi interior, y todo ello lo escribo en un viejo cancionero negro que Mary y su madre me regalaron después de la muerte de mi abuela.
Hasta ahora Mary y su familia me han ayudado a solventar mis gastos, como su fuera un hijo más en su familia. Me motiva a seguir adelante.
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¿Un último deseo?
Teen FictionCon la mente dentro de canciones que nadie escuchará Luke se resigna a vivir, solitario con nada más que su música, siendo un marginado más y únicamente consolado por sus notas, por su amiga confiable y la voz de su guitarra. Hasta que algo da un vu...