CAPITULO ÚNICO.

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Se podría decir que los días en la Port Mafia eran "normales", de no ser porque Mori Ougai, el jefe de la organización, tenía la vista puesta en un pequeño pelinaranja. Este, con el paso del tiempo, se convirtió compañero de un chico castaño con el cual pasaba demasiado tiempo al parecer. Por tal motivo, Mori decidió mandar a llamar al susodicho:

—Boss, ¿me necesita para algo? —preguntó el de ojos zafiro.

—Sí, Chūya-kun. He notado últimamente que te llevas de maravilla con Dazai-kun —dijo el mayor, con un tono de voz sarcástica.

—Solo lo normal, Boss —respondió el menor un tanto nervioso. La verdad era que sí pasaba mucho tiempo con el castaño.

—Me alegro —masculló el azabache, mientras que de debajo de su escritorio de refinada madera oscura, sacaba de una bolsa, un vestido rosa—. Me gustaría que te pruebes esto. Chūya, ante ese inesperado cambio de tema, quedó en blanco. ¿Por qué el mayor le pediría tal cosa?

—Esto... Boss... —decidido a protestar, el pelinaranja calló al sentir la sed de sangre del Ougai. Prefirió quedarse callado y acatar la orden. Sin más, comenzó a quitarse su vestimenta con un poco de vergüenza, para probarse el vestido tan llamativo que el mayor había comprado. Al cabo de unos minutos, el Nakahara ya se había vestido como este le había... ¿Ordenado? —L-Listo —inquirió el más bajo con un notorio sonrojo en su rostro.

—Oh~ Chūya-kun... Pero qué lindo te sienta~ —canturreó Mori con una sonrisa de victoria en su rostro. 

—Boss... esto es algo... vergonzoso —tartamudeó el pelianaranjado ruborizado.

—Y lo que te haré será más todavía más vergonzoso~ —susurró inaudiblemente, pero el más bajo de igual manera lo escuchó.

—Boss... ¿Q-qué tiene en mente...? —preguntó Nakahara con temor; y de un momento a otro, el mayor tiró al más bajo cerca de un sillón que se encontraba ahí. Mori comenzó a manosear lentamente la erección que crecía debajo del vestido rosa. El pelinaranja moría de vergüenza, pero evitaba demostrarlo cubriendo su rostro con una de sus manos, tembloroso.

—Boss... P-Por favor, deténgase... Yo ya no puedo más me... me ven... vendré... —imploraba entre jadeos el ojiazul.

—Córrete con confianza, Chūya-kun —pidió con malicia Mori—. Esto no saldrá de esta habitación... A menos que tú quieras~ Y yo dudo eso... —sonrió lascivamente. Chūya poco a poco perdió el control de su cuerpo, dejándolo a merced de su jefe; lo peor, era que ya estaba por venirse por unos simples roces que el susodicho le había proporcionado. Era denigrante para él, el estar en esa posición tan comprometedora.

—B-Boss, ¿Qué sucedería si alguien entrara...? —preguntó el pelinaranja sin retirar la mano de su sonrojado rostro, mirando por el rabillo del ojo de la imponente puerta en la oficina del Ougai.

—Nada realmente. Solo descubrirían lo lascivo que eres —respondió el nombrado, desinteresado por la integridad del más joven.

EN OTRO LUGAR

Dazai, como siempre, vagaba por los pasillos del edificio de la organización en busca de algo que hacer. Su aburrida caminata continuó, hasta que de pronto, escuchó unos gemidos algo extraños. Pero sin duda, conocía lo suficiente a su compañero Chūya como para saber que esa era su voz. El castaño extrañado, se acercó un poco a la puerta de su jefe, que se encontraba semi abierta. Abriendo los ojos como platos, observó cómo Mori Ougai jugaba tranquilamente con el líquido pre seminal que estaba fluyendo del miembro erecto de su "compañero".

Tu Eres De Mi Propiedad.-MoriChuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora