Finalmente decidí no hacer nada, y de ese modo permanecí por todos estos años, aunque escondí el disquete en vez de tirarlo. Cada noche, durante todo este tiempo, el maldito “perro” ha invadido mis sueños para exigirme el cumplimiento de su deseo, y lo he ignorado, pero ha sido una tortura…
Ya no publicaban nada las otras víctimas del Smile.dog que conocí en el Bulletin Board Sustem, y hasta oí que algunas de ellas se suicidaron. Las otras víctimas guardaban silencio, no existía nada de ellas en la web: habían desaparecido por completo, me preocupaban mucho…
Sinceramente le pido perdón, Sr. L., pero cuando usted contactó a mi esposo para la entrevista, yo ya no aguantaba más. Había decidido entregarle el disquete, no me importaba si mentía o no el Smile.dog, sólo quería que todo acabase. Como usted era un desconocido, pensé que no me importaría darle el disquete para ayudarlo, dejándolo todo a su suerte.
No obstante, antes de que tocara la puerta de mi hogar, me percaté de que yo iba a atentar contra su vida. No soporté darme cuenta de que fui capaz de pensar en hacer algo así, e incluso hoy sigo sin soportarlo. Siento vergüenza, Sr. L. Ojalá este mensaje lo convenza de abandonar las investigaciones sobre el Smile.dog, o puede que encuentre alguien más débil que yo, alguien dispuesto a obedecer al “perro”…
Se lo pido encarecidamente: deténgase antes de que sea demasiado tarde.
Sinceramente,
Mary E.”