Y lo bonito que era ver llover desde su ventana. Como si todo ese agua que caía del cielo hiciese juego con sus lágrimas. Los árboles se balanceaban a favor del viento (o en su contra, quien sabe). Todo un juego de gamas de colores y emociones sólo a través de una ventana. Quizás algún día nieve de una vez por todas y su corazón conseguirá helarse del todo. Muchas hojas tiradas por el suelo aunque las más fuertes, todavía resistían en los árboles. A lo mejor con un suspiro pueda arreglar todo este desastre, aunque haría falta un buen abrazo (o un buen chocolate caliente, en su defecto) para que todo volviese a su sitio. Algo como la calma antes de la tormenta. O la tormenta antes de la calma. Por eso lo de que el orden de los factores no altera el producto.